La reconstrucción de la escena sucede a varios niveles. Primero los intérpretes explican cómo llegaron a formar parte del elenco de la obra y entonces parece que la realización de una ficción (o más precisamente de una autoficción) va a ser el tema a desarrollar. Pero Tierra de Sergio Blanco se propone a nivel argumental narrar el duelo por la muerte de la madre del autor y director y entonces el material tiene como objetivo reconstruir el personaje a partir de tres personas que la conocieron y fueron sus alumnxs.

En el armado escénico que plantea el director y dramaturgo franco-uruguayo esta descripción es insuficiente. Tierra es un mecanismo donde el dato real (la muerte de Liliana, la madre de Sergio que era profesora de literatura en un liceo de Montevideo), se convierte en un procedimiento documental construído a partir de situaciones ficticias. Lxs alumnxs, una hija de desaparecido, una señora que hacía la limpieza en el liceo a la que Liliana le enseñó a leer y a escribir y que perdió a su hijo al ser atropellado por un conductor ebrio y un adolescente que asesinó a su hermano y pasó varios años en la cárcel, son seres inventados por la escritura de Sergio Blanco para introducir en ese relato, que forma parte de un duelo, temas que le dan a la muerte un lugar excepcional, extremo. 

Como en una tragedia griega los que quedaron con vida sienten una deuda con ese ser muerto, como si la entidad de su existencia hubiera cambiado para siempre. De este modo, Blanco construye un ensayo que articula esos episodios ligados a la muerte y los modos de procesar una pérdida con la instrumentalidad misma de la escritura. A partir de la explicitación de los recursos escénicos, Blanco se sale del drama íntimo para abrir la escena a un dolor social y colectivo.

El elemento que funda la autoficción de Blanco tiene que ver con la aparición de un personaje que lleva su nombre pero que no es él. Este rol pasa a ser interpretado por un actor distinto en cada una de sus obras (en esta oportunidad por Sebastián Serantes). De este modo, Blanco se pone en evidencia como autor al situarse como personaje pero en ese marco ficcional ya deja de ser él para convertirse en otro. Las actrices y el actor intervienen como personajes y como intérpretes y cuestionan los procedimientos de la escena. Cada situación termina de encontrar su narrativa en la totalidad. El espacio es el gimnasio del liceo (después sabremos que esa es la tierra donde se supone que habitan los cuerpos de los desaparecidos), pero en ese lugar conviven un escritorio donde el personaje Blanco escribe y realiza las entrevistas con lxs alumnxs de su madre y las cámaras que capturan cada testimonio. La obra se cuenta como si se tratara de un documental pero todo lo que sucede es una narración ficcional que está engarzada con hechos reales.

Liliana es el personaje que se construye desde la ausencia y en este sentido, la obra logra una escritura colectiva. En Liliana surge una idea de docente que es absolutamente política, una mujer que entendía a sus alumnxs en su contexto, en la infinidad de instancias de una vida. Por eso podía comprender cuando en las clases nocturnas algunos se dormían porque estaban agotados de trabajar todo el día ("gracias Liliana por dejarme soñar", le dijo un alumno el último día de clases), fue la mujer que visitó al alumno caído en la cárcel cuando nadie más lo hacía y lo motivó a leer para soportar esos años de castigo (personaje interpretado por Tomás Piñeiro), no le contaba las faltas a la hija que asistía a los juicios y a las excavaciones para encontrar los restos de su padre desaparecido (Soledad Frugone) y estaba atenta a esa mujer de la limpieza que era analfabeta (Andrea Davidovics) y se preocupaba por reparar esa falta y ayudarla a conocer el lenguaje del mundo. 

Blanco piensa esa diversidad de experiencias y recuerdos y logra plasmar una arquitectura escénica que hace de esa reconstrucción un hecho dramático. La literatura, un amor que hereda de su madre, se convierte aquí en la escritura como tema, en la necesidad de mostrar los mecanismos que hacen posible una obra y en demostrar que la dramaturgia surge de esa percepción de lo vivido que traen lxs otrxs y que en esa capacidad de escucha el autor se transforma, por momentos, en el espectador asombrado de una parte de su biografía.

Tierra se presenta este viernes, sábado y domingo a las 20:30 en el Teatro San Martín.