La irrupción del pensamiento de Virginie Despentes en la relectura de la mujer del siglo XXI provoca un inevitable corrimiento. Ante una problemática que durante años se entendió en forma binaria, Despentes da un paso adelante mediante la estrategia de dar un paso atrás: habla del género antes del género y de una elección que entiende ligada al deseo antes que a las imposiciones de la cultura heredada. Este aspecto que en muchos aspectos define la época viene, en este breve ensayo, formulado de un modo personal y antiacadémico: a través del recorrido de su propia experiencia, frente al obstáculo de la tradición y el mandato. La chica que enamora a King Kong se permite vivir una pasión sin género, cimentada en el puro disfrute de un encuentro sin definición, con la mona-mono, fuera del marco de la dictadura cultural, como un puro juego erótico salido del marco hombre/mujer, macho/hembra. En todo caso, es la resolución que el relato clásico (la película) lo que pretende volver todo a rótulos tranquilizadores, a una puesta en orden con garantía de etiquetas. El héroe romántico finalmente rescata a la chica de las garras del mono y la lleva de regreso al mundo protector de la cultura y las convenciones. Por el contrario de este abordaje, Despentes sólo ve en ese encuentro en la isla desierta deseo, caos y disfrute, y nunca orden o clasificación.

La gracia de su pensamiento radica en el modo que adopta. En el libro, Despentes relata su desventura de antihéroe que constituye identidad a fuerza de vivir sin prejuicios. La lectura de Teoría King Kong resulta liberadora y cuestionadora, tanto de los intentos de sujeción masculinos, como de los espejismos en que muchas veces caen las mujeres que buscan liberarse sin inquietar a los hombres. Pareciera que el texto interpreta la época de un modo cubista: colocando distintas facetas de la cuestión simultáneamente en un mismo plano. Haciéndolas coexistir, contrastar y soportarse. En ese afán de desmantelar el sentido, de romper con la tradición y proponer un camino iniciático, creo que aparece su teatralidad. Es una potencia dramatúrgica la que brota del ensayo. La escena de Despentes es la escena de su vida puesta en escena. Su frescura, su lucidez, su coraje. Su vigor. “Hablo desde las feas, para las feas, para las incogibles”. “Soy más deseante que deseada”, proclama como un manifesto existencial.

Al mismo tiempo, resulta provocador que el estallido de un pensamiento cuestionador y disruptivo se proyecte como palabra en vivo desde el escenario del Cervantes. Desde el centro del escenario nacional. Y que el acceso a un texto emblemático estalle en la palabra y el cuerpo de tres actrices soberbias que se adueñan por un rato de la experiencia Despentes y tejen un juego escénico con ella. Pareciera haber llegado la hora del ocaso de sustancialismo. La economía del deseo no tiene género, o en todo caso, es de naturaleza actoral como se verá en pocos días en escena.

*Autor y director. Responsable de la versión de Teoría King Kong.