Dramatización de la noticia; poca contextualización; contrastación de fuentes inadecuada para garantizar la calidad informativa; pocas voces femeninas; fuerte grado de precarización en la labor diaria de los periodistas; sólo 3 de cada 10 notas firmadas por mujeres y casi ninguna de opinión. Las investigaciones que realizan los observatorios de medios de las universidades públicas del país van dejando definiciones que ponen en debate el tipo de periodismo que se está haciendo en Argentina, la puja de poder por el predominio de la agenda pública y el derecho a la información de la ciudadanía.

El observatorio de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) viene siguiendo la agenda mediática desde hace cuatro años con el relevamiento de los diarios de mayor circulación del país, que se editan en Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Rosario. “Concibo la comunicación como un derecho humano fundamental y en ese sentido la calidad informativa es un insumo central para el ejercicio pleno de ese derecho”, define su director, Esteban Zunino, que inició el proyecto en el marco de una universidad privada de la provincia.

El año pasado comenzó a trabajar en red con los observatorios de las universidades de Quilmes (UNQ) y del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) con el foco puesto en la cobertura de las elecciones presidenciales y una matriz de análisis centrada en la agenda temática, los encuadres noticiosos y el grado de influencia de las fuentes de información. Se recabó material de 22 medios digitales de todo el país durante un mes antes y una semana después de las PASO y de las generales. La idea es presentar los resultados finales en el Encuentro Nacional de Carreras de Comunicación (ENACOM) de setiembre.

En medio de una crisis económica que acaparaba un gran porcentaje de las noticias, los medios se centraron en la polarización entre Alberto Fernández y Mauricio Macri, dejando un espacio muy secundario para el resto de los candidatos, y trabajaron principalmente sobre la coyuntura, buscando el lado más conflictivo o anecdótico de la campaña electoral, sin profundizar demasiado en sus plataformas ni en cuestiones importantes como la salud o la educación. Zunino remarca que, en los diarios más leídos, se registró un “reperfilamiento” tras la fuerte ventaja que el Frente de Todos obtuvo en las PASO: “Ya no hubo tanta opinión en contra de ese sector político sino una cobertura con una pretendida objetividad entre muchas comillas, con pretendido distanciamiento”.

Si bien hubo un claro predominio de fuentes gubernamentales en todo el período (tanto para la cuestión económica como electoral), se registró un cambio en los créditos que se les otorgó en las coberturas, al menos en Infobae, La Nación y Clarín: “Si en las PASO el encuadre del Gobierno nacional en economía fue apoyado en el 83% de los casos, en las elecciones generales esa proporción descendió a la mitad de las notas en que se lo convocó como fuente. En el tópico electoral sucedió algo similar: pasó del 66,7% de aprobación al 40% (…) Sin embargo, la pérdida de legitimidad de los actores oficiales no redundó en mayores niveles de crédito para los portavoces del FdT”, precisa la investigadora Nadia Kosiner, en un artículo en la revista Más poder local donde anticipa algunos resultados del estudio.

Al referirse al objetivo del proyecto, la directora del Observatorio de la UNQ, Natalia Aruguete, sostiene que “lo que estamos intentando es que del lado de la comunicación, y más precisamente desde el análisis mediático, la universidad pública pueda tener una injerencia en la agenda de discusión pública desde una mirada político-académica, en el sentido de que nosotros entendemos que los medios de comunicación son actores políticos que usan sus acciones dentro y fuera de sus agendas mediáticas para influir en el ámbito político”.

Con 16 años investigando coberturas mediáticas, Aruguete subraya que en las redes sociales se da la misma puja: “Aquellos actores que tienen poder fuera de las redes son los mismos que consolidan su poder en la conversación en las redes sociales. Los medios tradicionales son actores poderosos en la conversación digital, los actores políticos son actores poderosos en la conversación digital en término de su capacidad de instalar agenda y de marcar los encuadres de esa conversación pública y en general la ciudadanía suele estar en desventaja en esa correlación de fuerzas, excepto que se forme políticamente o en colectivos sociales y pueda disputar esa agenda de manera distinta”.

Desde Olavarría, la directora del Observatorio de UNICEN, Mónica Cohendoz, remarca el interés por ver “cómo el periodismo local produce discurso y participa de la producción de la agenda política” y advierte que en ciudades del interior se despliegan otras dinámicas con respecto a las fuentes de información, donde puede incluso haber relaciones de parentesco, amistad y/o vecinales, el rumor puede llegar a las páginas de noticias antes de que se compruebe su veracidad, y “la información está fuertemente centralizada en los municipios”, a través de la numerosa publicación de gacetillas. A ello se suman redacciones con pocos periodistas.

En ese marco, Cohendoz subraya la importancia de observar en forma crítica y reflexiva la labor de los medios y resalta que “estamos demostrando lo que la universidad pública puede hacer si trabaja con una mirada cooperativa y una metodología bien científica”. “Para las carreras y las universidades chicas del interior –agrega– realmente es valiosísimo.”

En la Universidad Nacional de Rosario (UNR) también funciona un observatorio de medios desde 2013. “Buscamos conocer de forma crítica de qué manera y desde qué lugares los medios de comunicación de masas y los nuevos medios sociales (las redes) generan y ponen en circulación sus procesos periodísticos, sus discursos y sus posicionamientos. El principal objetivo del Observatorio es operar sobre los derechos de los ciudadanos a conocer todo lo posible sobre asuntos de interés público”, destacan sus coordinadores, Edgardo Toledo y Silvana Comba.

En las últimas elecciones analizaron el uso que realizaron los candidatos nacionales y santafesinos sobre las redes sociales. Remarcaron, por ejemplo, que hicieron una fuerte utilización de Twitter para fijar sus posiciones, la relación con la militancia y la interacción con la ciudadanía; a Instagram lo eligieron para mostrar una imagen más íntima y familiar; y a Facebook lo mantuvieron con un tono más institucional. “A través de divulgaciones periodísticas consideramos que el Observatorio logró integrar sus conocimientos académicos, acercarse a la comunidad y producir información diferencial para el electorado”, concluyeron.