El idioma suele ser una barrera para los migrantes del continente africano que llegan al país, no solo para la socialización sino también para enfrentar las diferentes situaciones de la vida cotidiana, donde a muchos de ellos, además de las dificultades para tramitar su residencia, les resulta prácticamente imposible encontrar un trabajo que no sea precario, por lo que terminan trabajando en la venta ambulante, acosados por la policía, y muchas veces discriminados. Por eso, para que el desconocimiento del idioma no sea una valla para el conocimiento, la integración y el acceso a derechos, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y el Centro Universitario de Idiomas (CUI) organizaron cursos gratuitos de español destinados a este grupo poblacional. El Director del CUI Roberto Villarruel explicó que el primer curso, que se dio en formato virtual por la pandemia, terminó con muy buenos resultados y que el programa va a continuar a partir de febrero, porque "tener una barrera idiomática es tener varios derechos restringidos", aseguró.

Aunque la adaptación de los migrantes, vengan de donde vengan, nunca es fácil, la situación de los inmigrantes africanos, que en su mayoría no hablan el idioma local y carecen de redes familiares en el país, a diferencia de lo que ocurre con otras colectividades de largo arraigo en el territorio nacional, los vuelve un colectivo más vulnerable y expuesto situaciones de exclusión. Y si bien las barreras que deben franquear no son sólo las idiomáticas, no comprender ni hablar bien el idioma es una limitante para encontrar otro trabajo que no sea la venta callejera, una fuente laboral que los arroja a situaciones de violencia cotidiana, en la que suelen sufrir la intimidación y el hostigamiento policial, a lo que se suman los recurrentes enfrentamientos con comerciantes, que se sienten perjudicados, en un contexto donde las políticas económicas han llevado a que cada vez haya más gente vendiendo en las calles.

En este sentido, Villarruel dijo a este diario que "la idea de estos cursos es básicamente darles herramientas para que puedan tener una mayor integración social. Hace mucho tiempo que además de los cursos abiertos a toda la comunidad tenemos convenios con organismos estatales y organizaciones sociales. En el caso de los migrantes africanos habíamos hecho un curso con la Secretaría de Derechos Humanos de la Ciudad hace unos años para vendedores callejeros. Y ahora surgió la posibilidad, ya que trabajamos mucho con la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, por temas de diversidad, discriminación y temas de lenguaje con comunidades originarias, de hacer estos cursos a través de un convenio".

El convenio marco, firmado por el secretario de DDHH, Horacio Pietragalla Corti y el director del CUI, apunta a desarrollar acciones conjuntas para integrar, a través del dictado del idioma español, a personas migrantes y refugiadas en Argentina, con el objetivo de derribar la barrera idiomática que las expone a situaciones de discriminación, desigualdad y violencia, y que les dificulta el acceso a cuestiones básicas como la salud y el trabajo.

De acuerdo a los datos del primer curso virtual que dictaron, y que concluyó hace unas semanas, hubo un 75 por ciento de hombres y 25 de mujeres; el 60 por ciento de los participantes tenía entre los 20 y 30 años, 30 por ciento entre los 30 y 40 años, y 10 por ciento mayores de 45. Al respecto, Villarruel dijo que "se inscribieron 50 personas pero terminaron cursando 30. Pero lo interesante es que a diferencia de otros cursos que estuvieron centrados en Ciudad, al ser en formato virtual por Zoom, tuvimos migrantes africanos de diferentes provincias, como La Rioja y Tucumán. También fueron más variadas las ciudades de las que venían, hubo de Kenia, de Haití, el Congo y Senegal. Fue una experiencia muy buena, y aunque no pudimos por la pandemia hacer la entrega de diplomas a todos, se hizo una ceremonia en la Secretaría donde le entregamos todos los certificados a Pietragalla y, de forma simbólica, a un alumno de Haití que los recibió en nombre de todos".

La modalidad del curso apuntó, según explicó el director del CUI, a "darles herramientas para comunicarse, pero sobre todo para comunicarse bien. Porque uno de los datos más interesantes que le pasa a todos los migrantes, y especialmente a los que están en situación de calle, que si bien ya se comunican de forma muy básica, es que les cuesta armar la estructura del lenguaje. Entonces nosotros trabajamos ambos aspectos, por un lado, mejorar su capacidad de comunicación, y, por otro, enseñarles la lengua para que les sea más fácil adquirirla".

Entre las problemáticas que los migrantes comentan en clase al hablar de sí mismo aparecen algunos problemas como la dificultad para obtener los papeles de residencia y los problemas con la policía o la discriminación. "Pero lo que más salen son las historias familiares, de dónde vienen, cuáles son sus raíces. Un poco de la historia de vida de cada uno, porque los migrantes africanos, como todo los migrantes en situaciones complejas, no hablan mucho y tienden a no exteriorizar sus problemas por una cuestión de cuidado", dijo Villarruel.

No obstante, agregó que "la Secretaría hace un trabajo preciso y cuidado brindándoles herramientas para poder defenderse, tanto en las cuestiones legales como frente al acoso policial o la discriminación. Les da mucho material y, de hecho, nosotros también estamos ahora en etapa de traducción de distintos materiales a los diferentes idiomas de ellos".

Por otra parte, la subsecretaria de Promoción de Derechos Humanos de la Nación, Natalia Barreiro, dijo a Página/12 que este curso "es una de las políticas que llevamos adelante dentro de una integralidad que pretende desarrollar la Secretaría para la integración efectiva de migrantes y refugiados en las que hay una variedad de naciones que pueblan nuestro país. Y como desconocer el idioma es una dificultad importante para desarrollar la vida, se hizo un convenio con el CUI, que tiene una experiencia de casi 25 años y el prestigio de la UBA".

"Vamos a desarrollar distintos cursos de español en el territorio federal, este fue el primero, todavía con un grupo reducido por la pandemia, pero a medida que la situación sanitaria lo permita vamos a desarrollarlos con más habitualidad y cantidad de participantes", explicó la funcionaria, y agregó que con la crisis abierta por la pandemia en marzo, la "Secretaría tuvo que dar respuesta a la situación en la que quedaron muchos migrantes y refugiados al no poder trabajar".

Para paliar la crisis, según explicó Barreiro, la Secretaría de DDHH articuló con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y un área de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, que depende de Jefatura de Gabinete, para asistir a los migrantes. "Entregamos 3000 bolsones de asistencia alimentaria y 300 asistencias económicas habitacionales, una transferencia de dinero a 300 personas para resolver la situación de urgencia en medio de la emergencia".

En cuanto a los cursos, remarcó que si bien lo ideal es hacerlos de forma presencial, van a ir conjugando entre lo virtual y lo presencial de acuerdo a cómo evolucione la pandemia de coronavirus. "El curso es gratuito y eso es importante, no tenemos que erogar recursos. El CUI tiene el cuerpo docente, y para nosotros es poder brindar una solución a una problemática que tienen especialmente aquellos que migran de otros continentes".

"En cualquier situación de la vida, que no sepas hablar el idioma te impide presentarte a un trabajo. La atención de la salud es complicadísima, así como defender tu derecho ante una situación que muchos de ellos padecen porque se dedican a la venta ambulante, y no saben cómo manejarse ni dónde acudir. Es muy complicado sin saber el idioma poder pensarse y planificar la vida en un lugar. Y conocerlo es un cambio radical", remarcó Barreiro.

La funcionaria explicó además que "una de las grandes problemáticas que tienen es la regularización de la situación por ser migrantes extra Mercosur, y la radicación se complica muchas veces porque los países desde los que llegan no tienen representación diplomática en el país". La discriminación es otra de las grandes problemáticas que enfrentan, aunque esta, señaló, "afecta también a los migrantes en general, especialmente a los que vienen de Paraguay, Bolivia y Perú, que tienen un estigma por venir de otro lado, y es uno de los puntos sobre los que estamos trabajando".

A tal fin, Barreiro anticipó que próximamente van a abrir centros de integración de migrantes y refugiados que la Secretaría está desarrollando junto con la Dirección Nacional de Migraciones y organismos internacionales como OIM y ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados. "Uno en el Once, el centro neurálgico donde se concentran los migrantes, dos en La Plata y otro en la ciudad de Rosario, con la finalidad de trabajar políticas que tengan que ver con la integración educativa, laboral, de acceso a la salud y la regularización de los trámites, ya que muchos de ellos tienen títulos terciarios o universitarios y no pueden legalizarlos por diferentes situaciones", explicó la funcionaria, y remarcó que en esos centros de referencia, la "idea es que haya migrantes trabajando con la lógica de que aquellos que se acerquen se sientan cómodos".