Un total de 10 mil personas o el 50 por ciento de la capacidad del lugar es el máximo establecido por las autoridades de Japón para la asistencia a eventos deportivos durante julio y agosto, meses en los que se organizarán los próximos Juegos Olímpicos. 10.000 también es el número de casos adicionales por covid-19 que la Universidad de Kyoto y el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas proyectan para la ciudad capital en el caso de que Tokio 2020 se concrete, tal como precisa el diario local The Japan Times.

"Ni cancelar ni posponer Tokio 2020 está sobre la mesa", había asegurado Thomas Bach a principios de marzo pasado. Dos meses después, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) pospuso su visita a Japón por la extensión del estado de emergencia en la capital nipona. Mientras la isla sigue esperando por el alemán, el Comité Organizador confirmó que aproximadamente 10 mil de los 80 mil voluntarios que se inscribieron para ayudar en los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos renunciaron. Los datos no son aislados: forman parte de una sucesión de hechos que en los últimos meses terminaron por darle forma a una cara que el COI desearía no mostrar a falta de tan poco: ¿pero cuáles son los rasgos de ese rostro?

La mirada desde Tokio

Con una cultura rica y milenaria, Japón también es cuna del manga y el animé. Además es referencia en el mundo de la animación, campo en el que trabaja Lucía Gutkin, argentina de 30 años que reside en Tokio desde principios de 2018. “Por cuestiones constitucionales, acá el gobierno no puede obligar a la gente a quedarse en sus casas. Si la gente quiere salir, sale. Lo que tiene Japón es que es un país en el que existe mucho respeto entre los ciudadanos. Se cuidan entre ellos”, dice.

“Hay otra cosa de acá que es importante recalcar -detalla Gutkin a Página/12-: la mayoría de la gente, y cuando digo eso me refiero al 99,9 por ciento te diría, usa barbijo todo el tiempo. Eso es algo que existió siempre en Japón”.

En el marco de la pandemia, no existen restricciones para viajar dentro del país ni para hacerlo en el transporte público. “Funcionan de manera habitual. En la mañana me voy a trabajar y tomo un subte y el tren. Hay bastante gente, pero no viajo apretada. En la tarde, cuando vuelvo tipo siete, ahí si viajamos todos bastante apretados”, dice la porteña desde la ciudad nipona más poblada (14 millones de personas).

La Estación de Shinjuku es la segunda más importante en Tokio. Hacia el sur, a menos de cinco minutos y en la zona de la Universidad de Waseda, vive Lucía. Y a menos de cinco minutos hacia el norte de la estación está el Estadio Olímpico. Allí, el viernes 23 de julio próximo, se realizará la inauguración de los Juegos.

“Tenés casi toda la ciudad empapelada con los carteles de Tokio 2020. En general no vi mucha propaganda en la tele, pero sí información en los noticieros”, cuenta la argentina que trabaja en un estudio de dirección de arte especializado en animación (Onesal)

Cancelación o postergación

La baja masiva de los voluntarios pareciera un reflejo de la opinión pública. “Hasta hace muy poco, estaban muy interesados en los Juegos -dice Lucía-. Ahora cada vez más personas quieren que se cancelen”. Una encuesta realizada por el diario Asahi Shimbun reveló que más del 80 por ciento de los japoneses consultados está en contra del evento: un 43% quiere que se cancele y el 40%, que se posponga una vez más. Giovanni Malagó, presidente del Comité Olímpico Nacional Italiano, comentó sobre otra encuesta al sitio OASports: “El 64% de los japoneses quieren los Juegos”.

Con casi 500.000 adherentes, la petición ‘Cancelar los Juegos Olímpicos de Tokio para proteger nuestras vidas’, se convirtió en una de las más firmadas en Change.org. “Los Juegos causarán un gran movimiento de personas y, por lo tanto, contacto. Es muy posible que su celebración resulte super contagiosa y empeore la situación en la que nos encontramos actualmente”, sostiene el documento impulsado por el abogado Kenji Utsonomiya.

“Mucha gente pide que se cancele porque no es momento para pensar en unos Juegos, cuando hay otras prioridades en el país, como por ejemplo el tema de la vacunación. En las últimas semanas habían empezado a abrir más centros vacunatorios. La verdad que tranquilos no están. Hay un debate bastante grande en cuanto a eso”, cuenta Lucía. Haruo Ozaki, presidente de la Asociación Médica de Tokio, afirmó hace pocos días: “El ritmo actual de vacunación no ayudarán a prevenir infecciones durante los Juegos”.

Si bien Japón tiene cerradas sus fronteras para los extranjeros, el seleccionado de sóftbol de Australia fue el primer en llegar para la competencia. “También estoy tramitando permisos. El ingreso al país sería en calidad de excepción. Pensá que si tenés reservado un hospedaje que no está habilitado, tu ingreso será rechazado”, comenta un periodista acreditado. “Tenemos contacto directo con la organización, algo que no pasaba en la previa a Río 2016 -dice-. Hay un montón de instructivos y solicitud de documentos. Genera ansiedad y nervios, porque todavía no hay nada asegurado y todo es paso a paso: Es una enorme incertidumbre”.

Garantías vs opinión pública

El discurso oficial por parte del COI y las autoridades de Japón refleja el trabajo por brindar garantías, pero no logran revertir la opinión pública ni aplacar las advertencias locales de los trabajadores de la salud. Mientras se impulsa la vacunación de las y los atletas, sólo el 5 por ciento de la población en Japón recibió ambas dosis, tal como precisa el portal The Mainichi. Al mismo tiempo, distintas ciudades se negaron a dar un trato preferencial a los deportistas olímpicos en sus hospitales: la prioridad la tiene el vecino local.

Según la cadena NHK World News, Tateda Kazuhiro, profesora de la Universidad de Toho y miembro del panel asesor de coronavirus del gobierno, advirtió para las próximas semanas: "Debemos ser conscientes del riesgo de que tal aumento pueda conducir a una quinta ola de infecciones".

“Las diferentes variantes mutantes del virus que existen en diferentes lugares se concentrarán aquí en Tokio. No podemos negar la posibilidad de que incluso una nueva cepa del virus emerja”, señaló en relación a los Juegos a fines de mayo el doctor Naoto Ueyama, presidente del Sindicato de Médicos de Japón. “Si surgiera tal situación -completó, según la agencia Reuters-, incluso podría significar que se le llame la ‘variante olímpica del virus de Tokio’, lo que sería una gran tragedia y blanco de críticas, incluso durante 100 años”.

“Nos hemos visto acorralados en una situación en la que ni siquiera podemos detenernos ahora. Nos condenan si lo hacemos y si no lo hacemos también”, dijo la ex atleta Kaori Yamaguchi (Judo), integrante del Comité Olímpico Japonés. En el editorial que publicó en Kyodo News, la medallista en Seúl 1988, agregó: "El COI también parece pensar que la opinión pública en Japón no es importante. La gente quedó shockeada cuando su vicepresidente, John Coates, dijo que los Juegos se realizarán a pesar del estado de emergencia".

"No necesitamos los Juegos Olímpicos" y "No vengas, Coates" se pudo leer hace pocos días en los carteles que mostraron alrededor de 30 manifestantes frente a las oficinas del Comité Olímpico Japonés. Fue en la previa a la llegada a Tokio del vicepresidente del COI. Cuenta el sitio japonés The Mainichi que una de las manifestantes dijo: "Hablan de Juegos seguros y protegidos, pero no ha habido ninguna explicación. Deben tomarnos por tontos si creen que nos daremos por vencidos con el paso del tiempo”. Mientras tanto, el costo político y el precio a pagar por la realización de los Juegos resultan una incógnita en el balance del COI.