Cuando hablamos de Catar nos enfrentamos a dos conflictos que se potencian: el primero es la falta de derechos que padece la comunidad LGBTIQ. El segundo problema, que agrava al anterior, es la dificultad para acceder a información sobre cómo es la situación actual de las personas LGBTIQ en el emirato árabe. Lo que pasa en Catar, queda en Catar. Ubicado en el oeste de Asia, con una superficie de 11.586 km2 y 2.641.669 habitantes, Catar es una monarquía absoluta gobernada por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX. De sus 2.641.669 habitantes, ¿cuántos de ellos son homosexuales y deben ocultar su identidad sexual para no poner en riesgo su vida?

Se dice que el país del mundo árabe es un lugar anti LGBTIQ. Pero, ¿cómo es el sistema legal de Catar que obliga a gays, lesbianas y personas trans a vivir bajo la sombra? El primer artículo de la constitución permanente del estado de Catar señala que la Ley Sharia (Ley Religiosa Islámica) será la fuente principal de sus legislaciones. Ese mismo artículo ordena a los Tribunales aplicar la Ley Sharia en caso de zina. La zina, según la Ley islámica, son las relaciones sexuales ilegales (extramatrimoniales). A pesar de que se habla de vínculos heterosexuales, por defecto las personas LGBTIQ siempre van a estar bajo un marco ilegal.

Eso no es todo: en Catar por practicar sodomía rige la pena de cárcel. Una cosa es leer las leyes de Catar y otra muy distinta es constatar cómo se aplican. Desconocemos de qué manera los tribunales interpretan los artículos (que ya de por sí apuntan a la homofobia), cuánta es la distancia que existe entre el sistema judicial y lo que sucede puertas adentro en la cotidianidad. Una de las principales razones por las que, hasta el momento, es imposible tener un registro formal del peligro a la integridad física que sufren las personas LGBTIQ en Catar es que hay artículos específicos (los artículos 1 y 35 de la Ley de Asociaciones y Fundaciones Privadas) que no permiten que las asociaciones participen en cuestiones políticas. Por lo tanto, ninguna organización que trabaja en cuestiones de diversidad sexual y de género puede intervenir. Se lo impide la Ley.

Una postal típica de las calles de Catar, vía streetsoftheworld

 

Catar (y el mundo) sabe desde 2010 que será sede de la Copa, pero los cambios que hizo son superficiales

El rechazo a la decisión de la FIFA de que Catar, por primera vez, sea el país anfitrión de la esperada cita deportiva que sucede cada cuatro años ocurrió desde su anuncio el 2 de diciembre de 2010. El jeque Mohammad bin Hamad al-Thani, el director de la candidatura de Catar, declaró en ese entonces: "Gracias por creer en el cambio, gracias por creer en la expansión, gracias por darle a Catar una oportunidad". Apenas Catar adquirió los derechos de organización, pese a la gran cantidad de detractores, organizaciones de derechos humanos le pidieron a la FIFA que trabaje desde ahora para proteger los derechos de los homosexuales que viajarán a Catar en 2022. Pero, ¿cuánto trabajó en estos 12 años la FIFA para proteger los derechos de las personas LGBTIQ que quieran presenciar la XXII edición de la Copa Mundial de Fútbol masculino? ¿Es posible que una pareja gay o lesbiana esté segura en Catar si las leyes consideran delito la conducta homosexual?

El cambio que hizo Catar en estos doce años es solo superficial y arquitectónico. Las autoridades del país asiático remodelaron dos antiguos estadios (Ahmad Bin Ali Stadium y Khalifa International Stadium) y construyeron de cero otros seis. Entre 2019 y 2021 quedaron inaugurados para la Copa del Mundo los imponentes Al Bayt Stadium, Al Thumama Stadium, Estadio 974 Ras Abu Aboud, Education City Stadium, Lusail Stadium y Al Janoub Stadium. Para ser el país elegido como comité organizador del Mundial 2022, la máxima autoridad catarí Mohammad bin Hamad al-Thani le prometió a la FIFA adecuar Catar para el evento a través de reformas millonarias. 

La forma en la que Catar llevó a cabo esa promesa está colmada de denuncias respecto a las condiciones laborales inhumanas que sufrieron y aún sufren los trabajadores migrantes. Un informe de Amnistía Internacional asegura abusos sistemáticos que en algunos casos constituyen trabajo forzado. Son varias las ONG que alzaron la voz sobre confiscación de pasaportes, no pago de salarios, exceso en horas de trabajo en medio de altas temperaturas, hacinamiento, bajas condiciones de salubridad y hasta muertes dudosas. La multiplicación de denuncias generó presión para que Catar aboliera el sistema Kafala, una forma de esclavitud laboral moderna. El trabajador no puede cambiar de trabajo ni abandonar el país sin permiso de su empleador, situación que lo deja atrapado en un ciclo de explotación.

El sistema Kafala de explotación de trabajadores migrantes fue supuestamente abolido en Catar a raíz de la visibilidad que tuvo la construcción de nuevos estadios para la copa. 

No obstante, una vez más, el inconveniente principal es si los cambios dentro de la legislación (en este caso, la abolición del sistema Kafala) se implementarán realmente. Las denuncias no cesaron y tanto Amnistía Internacional como la Fundación Internacional para la Democracia exigieron acciones por parte de la FIFA. Catar no es solamente un país donde la homosexualidad es ilegal, es un estado que atenta contra gran parte de los derechos humanos. En 2016 una joven holandesa de 22 años, llamada Laura De Bije, denunció ser violada en Catar y fue detenida en ese país acusada de tener relaciones sexuales sin estar casada. El caso llegó a los medios y así surgió el hashtag en redes sociales #FreeLaura. Laura fue declarada culpable y condenada a un año de cárcel, pero frente a las presiones internacionales el gobierno catarí suspendió la pena con la condición de que no cometa otro delito en los próximos tres años, y que pague una multa de 3.000 dinares cataríes (alrededor de 750 euros) por emborracharse en público. ¿Qué hubiera pasado con la libertad de la joven holandesa si Catar no hubiera estado en el centro de las miradas al ser el país anfitrión del Mundial 2022? ¿Y qué sucederá con las mujeres, homosexuales y migrantes (habitantes o turistas) en Catar cuando, pasada la Copa del Mundo, deje de ser un país bajo la lupa?

¿Esperar lo increíble?

El lema de Catar del Mundial 2022 es “Espera lo increíble”. Es curioso porque el concepto de “increíble” puede leerse desde un costado maravilloso o completamente negativo. Ese “de no creer” es aplicable a la declaración en una entrevista de la CNN del director ejecutivo del comité organizador del Mundial 2022, Nasser Al Khater. A principios de diciembre de 2021, ante la pregunta de si durante el evento se permitirá mostrar abiertamente la homosexualidad, el líder catarí solicitó que se respete la cultura del país y no se traspase un límite: el de las muestras públicas de afecto. Estamos seguros de que lo harán, así como nosotros respetamos las diferentes culturas, esperamos que la nuestra también lo sea". ¿Cómo es posible que respeten una cultura ajena si, según las autoridades cataríes, atentan contra la propia? ¿Quién media entre ambas culturas? y, además, ¿las leyes anti-lgbt de Catar se aplican de la misma manera a los ciudadanos cataríes que a los turistas?

Nasser Al Khater aseguró con orgullo en varias entrevistas internacionales que Catar es un país tolerante, acogedor y hospitalario, y que todo el mundo es bienvenido. Seis meses después, el 28 de junio de 2022, el Día Internacional del Orgullo LGBTQ, expresó un nuevo comunicado: lucir la bandera LGTBIQ en el Mundial de Catar se castigará con entre 7 y 11 años de cárcel. Frente a la prohibición rige la advertencia y el peligro inminente, pero también la invitación a transgredir las reglas como respuesta y visibilización de la falta de derechos para la comunidad queer. España fue uno de los países que de inmediato se expresó al respecto: Íñigo Errejón, diputado de Más País, propuso que la selección española de fútbol luzca en el primer partido del Mundial los colores del arcoíris en su camiseta en pos de defender los derechos y libertades de las personas LGBTIQ. 

Un año antes, el diputado de Unidas Podemos y dirigente de En Comú Podem, Joan Mena, le envió una carta a Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, reclamando que los jugadores de la selección luzcan en Catar brazaletes en rechazo a la homofobia. La pregunta es: ¿quién garantiza la seguridad de las personas dentro de la cancha en caso de alguna manifestación? ¿El comité de organización catarí o la FIFA? ¿En el estadio las reglas de quiénes rigen? Según FIFA la autoridad dentro de los estadios es compartida entre la FIFA y el comité organizador catarí. Ambos acuerdan sobre conductas permitidas y prohibidas.

El seleccionado femenino de fútbol de Catar

 

Lavada de cara

En 2010, el jeque Mohammad bin Hamad al-Thani dijo "No los vamos a defraudar. Estarán orgullosos de nosotros, estarán orgullosos de Medio Oriente. Se los prometo". Este año la FIFA puso en su página oficial una lista de hoteles recomendados en Catar, los cuales deben cumplir con el Código de Abastecimiento Sostenible. El mismo exige a los proveedores respetar los derechos humanos en todos los aspectos de sus actividades en el marco de los bienes y servicios prestados a la FIFA, de conformidad con los Principios rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos. De no cumplir ese lineamiento general, la FIFA se abstendrá de suscribir contratos o acuerdos con toda entidad que abuse de los derechos humanos o que apoye, inste o exija a otros que lo hagan.

A mediados de septiembre, a dos meses de la inauguración de la Copa del Mundo, un grupo de periodistas de la emisora noruega NRK, SVT de Suecia y DR de Dinamarca intentaron reservar como parejas homosexuales en los hoteles de la lista que figura en la web de la FIFA. Un tercio los rechazó, otros veinte hoteles les recomendaron que evitaran demostraciones públicas de afecto, y algunos otros insistieron en que su vestimenta no fuera ‘gay’. Cuando la reciente investigación salió a la luz la FIFA emitió un comunicado: “Los hoteles, así como cualquier otro proveedor de servicios asociado con la Copa Mundial de la FIFA, que no cumpla con los altos estándares establecidos por los organizadores verán rescindidos sus contratos”.

Mientras tanto, en los últimos meses los medios de comunicación de todo el mundo, comenzaron una campaña publicitaria para lavarle la cara a Catar. Mujeres hablando en noticieros, o incluso en programas televisivos de chimentos, que intentan alivianar la discriminación a las personas LGBTIQ, y la falta de libertad que padece el género femenino. Hay un pequeño detalle: ninguna de las personas que hablan son cataríes, todas las voces son extranjeras. Las únicas personas que (incluso parcialmente) saben lo que ocurre en el suelo catarí son quienes fueron criados en esa cultura. Por eso busqué la voz de Nas Mohamed, el primer catarí en salir del clóset que, tras lograr conseguir asilo en San Francisco, lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ en Catar. Nas Mohamed cuenta su historia y reflexiona si el Mundial en su país es la peor decisión de la FIFA o una oportunidad para cuestionar las leyes anti LGBTIQ que lo obligaron a escapar.

Nas Mohamed

 

Sobrevivir para contarlo

De niño Nas Mohamed no sabía exactamente lo que era ser gay: sin acceso a internet y menos a una comunidad LGBTIQ la única identidad sexual que le parecía posible era la heterosexual. Sin embargo, a medida que fue creciendo comenzó a descubrir que no le atraían las mujeres sino los hombres. Una realidad que decidió reprimir por temor a que lo mataran si alguien en su país se enterara. Nas festejó su homosexualidad la primera vez que se alejó de Catar y pisó una discoteca gay en Las Vegas. Tenía 22 años. Sin embargo, cuando volvió a Oriente Medio tuvo que ocultar su deseo mientras ponía excusas para que la familia no lo case con una mujer. Dos años más tarde abandonó Catar para buscar asilo en Estados Unidos. Considerado el primer catarí en declararse abiertamente gay, hoy Nas intenta ayudar a todas las personas LGBTIQ de Catar que están sufriendo lo que padeció él durante dos décadas.

¿Cuándo y en qué circunstancias pudiste expresar por primera vez que sos gay? ¿Cómo fue el proceso hasta que pudiste hablar teniendo en cuenta todo el riesgo que implicaba?

--Como muchas de las personas en la comunidad LGBTQ, mi salida del closet fue un proceso en etapas. Me fui del Oriente Medio en 2011, cuando tenía 24 años, y fui a Estados Unidos para terminar mis estudios de medicina. Para entonces ya había cortado lazos con todas las personas en el Oriente Medio por razones de seguridad y mantenía un perfil bajo mientras completaba mis estudios. Me mudé a San Francisco en 2015 y solicité asilo político por no sentirme a salvo, y me otorgaron el asilo en 2017. Incluso antes de eso ya había intentado llamar la atención acerca de lo que sucedía en mi país. Pero para hacerlo esperé a estar con amigos y obtener toda la atención mediática que justificara el riesgo.

¿Tienes alguna relación con tu familia y Catar hoy? ¿Cómo reaccionaron cuando les dijiste que sos gay?

--No tengo relación con nadie de mi entorno familiar en Catar, lo que hizo que fuera más fácil revelar mi sexualidad porque entonces no se verían en peligro. Mis padres se desvincularon de mí cuando les dije que era gay en 2015. Los llamé antes de solicitar asilo político para decirles que nunca iba a regresar porque soy gay y no les cayó nada bien.

A partir de que hablaste de tu identidad sexual, ¿se contactaron con vos personas LGBTIQ que viven en Catar y temen por sus vidas?

--En mayo de este año hice pública mi homosexualidad en los medios británicos a través de la BBC News y el periodico The Independent, y rápidamente fui contactado por cataríes LGTBQ que buscaban compartir sus historias. Desde entonces he estado trabajando con organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional para documentar lo que está sucediendo.

La verdad es que nunca ha habido un debate público acerca de lo que sucede en mi país antes de este año, por lo que necesitaba pintar un cuadro muy preciso de lo que nos pasa allí, para que las relaciones públicas no se centren únicamente en la Copa Mundial y que la gente sepa porque se busca asilo político en otros países.

Entonces, ¿existe una comunidad LGBTIQ en Catar?

-Sí, estoy en contacto con cientos de cataríes lgbt, algunos de los cuales solo han revelado su orientación a mí. La entrevista en catarí en la que revelé mi salida del closet es el único contenido lgbt al que han sido expuestos y les ha ayudado mucho, saben que no están solos, y también estoy trabajando para que obtengan recursos a los que de otra forma les sería imposible acceder. Existe una gran comunidad lgbt en Catar, según mis cálculos ronda en al menos 200.000 de nosotros.

¿Qué podría pasarle a un catarí que vive en Catar si él o ella dice que es gay?

--Estoy trabajando en la publicación de un reporte basado en casos de personas que han sido perseguidas, para lo que necesitaba evidencia que demostrara que eso realmente había pasado. Lo que puedo decir es que definitivamente existe un estigma social y las personas no se sienten seguras de vivir dentro de la sociedad, no pueden tener trabajos, y corren riesgo de ser lastimados por sus propias familias y el público en general. Además, es sabido que el gobierno encarcela a personas, diciendo que es para proteger a la sociedad, y que abusan de las personas  que son arrestadas. También existen terapias de conversión financiadas por el estado donde las personas son forzadas, a veces legalmente, y sometidas a prácticas de conversión.

¿Qué es un asesinato por honor?

--Un asesinato de honor es un asesinato llevado a cabo por los propios familiares, o familia extendida, en contra de una persona cuando sienten que la imagen de esta familia ha sido afectada dentro de la sociedad. Tanto las mujeres heterosexuales como las personas LGTB han sido blanco de estos asesinatos en Catar. Lamentablemente es muy difícil conseguir evidencia de dichos casos y por eso no estarán incluidos en mi reporte oficial.

Tu proceso de asilo fue difícil, ¿les niegan el asilo político a personas lgbt de Catar? ¿Qué pasa con ellos?

--No sé qué ha pasado con otras personas de Catar porque nunca pudimos agrupar todas las historias en un solo lugar. Personalmente cuando mi caso se demoró estando en San Francisco, mi representante fue la senadora Nancy Pelosi y el Congreso investigó mi caso y ayudó a que fuera concedido. No creo que eso hubiera pasado si no hubiese tenido tal representación. Por eso es importante tener pruebas documentadas de que corremos peligro en Catar y que necesitamos ayuda, y que necesitamos del asilo para que no nos envíen de vuelta.

¿Qué pasa con las personas lgbt que se quedaron en Catar? ¿Hay alguna forma de que puedas ayudarlas?

--Sí, lo primero que estoy haciendo ahora es escribir un reporte internacional de referencia para quienes busquen escapar de Catar y soliciten asilo político. Este tipo de material existe en otros países pero no hay ninguno de Catar, y dado que este año la única narrativa es una falsa narrativa que busca solo promocionar la Copa del Mundo, es lo primero que estoy haciendo para ayudar a la gente. Con respecto a aquellos que permanecen en Catar, honestamente debo decir que la mayoría sufre de colapso mental, depresión severa, ataques de pánico e incluso paranoia, debido al temor de ser vigilados y capturados en cualquier momento en Catar.

Además de las leyes anti LGBTIQ, ¿qué otros grupos ven violados sus derechos en Catar?

--Los derechos de las mujeres y las personas lgbt siempre van de la mano, ya que han despojado a las mujeres de sus derechos básicos. Desafortunadamente existen también problemas de racismo y clasismo: personas de diferentes clases sociales son perseguidas, gente de distintas nacionalidades árabes son perseguidos, trabajadores de ciertos países son perseguidos, pero no los de otras naciones que cuentan con grandes riquezas y conexiones políticas.

¿Las leyes anti-lgbt de Catar se aplican de la misma manera a los ciudadanos cataríes que a los turistas?

--No, somos significativamente más perseguidos que gente que viene de visita a Catar, incluso que las mujeres que vienen de visita a Oriente Medio, de la misma forma que una mujer catarí es tratada de forma completamente distinta a una visitante extranjera. Los pases de visita que se otorgan a ellos no son extendidos a nosotros, y desafortunadamente cuando la gente ve que está segura no busca ayudarnos a elevar nuestras propias voces. En cuanto a elevar banderas, me preocupo por los fans que puedan llegar a enfrentarse con un público que jamás ha tenido representación lgbt entre ellos. Honestamente dudo que las fuerzas de la ley se involucren si algo pasa y menos aún que protejan a las personas. Creo que los únicos que deben mostrar las banderas arcoíris son aquellos que no puedan ser lastimados como celebridades o grandes equipos u organizaciones.

¿Qué deben hacer los Estados y las organizaciones internacionales para intervenir en la situación de Catar?

--Primero que nada, no guarden silencio, digan algo. La apatía hacía nosotros lleva ya demasiado tiempo, y este es el mayor ejemplo a nivel mundial. Muchos vienen aquí a llevarse el dinero y el petróleo, haciendo la vista gorda respecto a lo que sucede en nuestra sociedad. Eso se aplica a gobiernos, se aplica a organizaciones internacionales, y se aplica a grandes marcas dispuestas a llenarse los bolsillos y empoderar a nuestros abusadores con su silencio, convenientemente dejando de lado los derechos humanos que predican, mientras nosotros permanecemos atrapados.

¿Creés que la Copa del Mundo es una oportunidad para tomar medidas contra la falta de derechos y cambiar las leyes de Catar?

--Soy una persona optimista y creo que el cambio es posible. Catar es un país relativamente reciente, y ha habido muchos avances en los últimos 200 años. Todavía hay mucho retraso en cuestiones de derechos humanos y aunque creo que eso va a cambiar, es un cambio que tomará tiempo, generaciones quizás, pero no es un cambio que pueda suceder si no hacemos nada para que ocurra.