Shake Your Money Maker, el disco debut de The Black Crowes que cumplió 30 años en 2020 y que la banda de Atlanta va a tocar entero este jueves desde las 21 en el Luna Park, tomó su nombre de una canción publicada por el bluesero Elmore James en 1961. Existe una conexión muy particular entre este hecho y una de las novedades con las que el grupo vuelve a Buenos Aires, 27 años después: la incorporación del guitarrista argentino Nico Bereciartua.

Durante años, Nico formó parte de Viticus, la banda liderada por su papá Vitico, el legendario bajista de Riff. Tras abrirse del proyecto en 2014, encaró una carrera solista que incluye dos larga duración -Nico, de 2015 y Volviendo, de 2019- con muchos más climas que solos de guitarra y una notoria cantidad de sonido sureño, levemente entremezclado con raíces folklóricas. Entre otros proyectos, fue también parte de la última formación de Riff. Ahora prepara un tercer trabajo en solitario al sólo le restan detalles para ser publicado.

“Tengo el recuerdo muy vívido de estar caminando por la cocina de mi casa cuando tenía 11 ó 12 años, y ver un cassette que me llamó mucho la atención. Decía: ‘Shake Your Money Maker, The Black Crowes’”, recuerda. “Me llamó el nombre porque con mi hermano habíamos estado escuchando mucho un CD de varios blueseros que habíamos comprado, y entre ellos estaban las canciones ‘Shake Your Money Maker’ y ‘Dust My Broom’, de Elmore James. Cuando escuché ese cassette, me voló la cabeza”.

La relación de Bereciartua con su instrumento guardaba desde hacía tiempo señales de conexión con los Black Crowes, ya que siempre prefirió ser funcional a la canción antes que servir de guitar hero o de velocista. “Tocar bien es transmitir algo, emocionar. Nunca me gustaron los violeros virtuosos de velocidad como Satriani o Steve Vai, nunca me llegaron realmente. Creo que lo más importante siempre es la canción, construir algo melódico que te pueda llegar”, destaca.

“Mi conexión siempre se dio más con el blues que con el rock sureño. Empecé escuchando a Muddy Waters, a Robert Johnson, y eso me fue llevando a bandas como The Allman Brothers, que tampoco diría que hacían rock sureño. Siempre me gustó el slide por el tema del blues y el country folk. Además, en mi casa nunca se escuchó música nacional; se escuchaba mucho AC/DC, Led Zeppelin, aún siendo mi viejo uno de los estandartes del rock de acá”.

Muchos años después, a través de Facebook, Nico le compartió una versión suya de “Baby” al guitarrista y cofundador de los Crowes, Rich Robinson, que la había editado en su disco solista Paper. “Estaba caminando acá en el barrio y recibí un mensaje de Rich por Twitter diciendo que le gustaba cómo tocaba”, dice. “Viajé a Estados Unidos y pegamos muy buena onda, nos gustan las mismas bandas. Siempre supe que existía esa conexión personal”. Así fue que Nico formó parte de la banda solista de Robinson, cuando tocó en la Argentina en 2017.

El cofundador de The Black Crowes expone que, cuando decidieron volver a juntar a la banda, les pareció importante sumar sangre nueva. “Buscamos gente que fuera respetuosa y buena onda, y después hicimos algunos ajustes”, aclara. Así incorporaron al tecladista Erik Deutsch en reemplazo de Joel Robinow, y la guitarra quedó para el final. “La primera persona en la que pensé fue en Nico”, confiesa el estadounidense. “Es amigo mío, siempre lo sentí como a un hermano. Es una gran persona y un gran guitarrista, con muy buen gusto. Es muy respetuoso y reverencial para con nuestra música. Cuando el último se fue, dije: ‘Traigamos a Nico’. Él vino, tocó y la rompió, todos lo amaron”.

Para Nico, en esa conexión descansa un gran sueño cumplido. “Yo viajaba muchas veces a verlos, siempre le decía a mi mujer: ‘Algún día voy a estar ahí’, y ella me contestaba: ‘Sí, sí, ok’. Cuando tenía 14 años y empezaba a tocar la guitarra, me juntaba con mis amigos y tocábamos “She Talks to Angels”, que había aprendido a afinar en Mi abierto. Y ahora, estar en Buenos Aires tocando esa canción en el Luna Park con ellos va a tener un significado muy emotivo para mí. Saben que lo voy a hacer siempre con mucho respeto, y es la prueba de que los sueños son lo último que se pierde”.