La final de la Copa Libertadores que este sábado a las 17 jugarán Boca y Fluminense en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, comenzó de la peor manera. Lo que debiera ser una fiesta del fútbol internacional, en un escenario emblemático y entre dos equipos quie hicieron sus propios méritos para alcanzar esta instancia definitoria, y un evento deportivo y turístico de gran envergadura, se tiñó de inusitada violencia a pocas horas del arribo de los hinchas xeneizes a Copacabana. Parece difícil de entender y habrá que repetirlo una y otra vez: "cuando hay violencia no hay fiesta".

Es algo básico que tienen que entender los hinchas y, por supuesto, las autoridades del área de seguridad de la ciudad carioca que primero dejan hacer y luego sueltan amarras para reprimir al que se les cruce en el camino, como ocurrió en la noche del jueves cuando la tropa de choque de la Policía Militarizada de Río de Janeiro reprimió con gases pimienta y lacrimógenos a varios hinchas xeneizes que realizaban una vigilia previa a la gran final en la playas de Copacabana. 

"Estábamos en la playa y apareció gente del Fluminense y de repente la policía vino y nos reprimió disparando", dijo un hincha de Boca Juniors que escapaba de los gases lanzados en las arenas de Copacabana. "Había unos cincuenta hinchas de Boca en la playa cuando empezó a oscurecer. Entonces apareció la policía a decirnos que nos teníamos que ir, y como algunos no querían se nos vinieron encima y detrás de ellos aprovecharon un grupo de hinchas de Fluminenses para atacarnos, por lo que nosotros salimos a defendernos y se armó una batalla campal", explicó uno de los xeneizes involucrados a un corresponsal de la agencia Télam.

Una horas antes, se había registrado otro incidente violento de envergadura cuando un grupo de hinchas violentos de Fluminense, aprovechando una zona liberada por la policia local, agredió a otro grupo de hinchas xeneizes que disfrutaban de un día de playa. Hubo golpes entre hinchas de ambos equipos, intervención tardía de la policía y algunos detenidos que luego fueron liberados. 

Reuniones para evitar la escalada de violencia

Frente a la posibilidad de que esta tarde se agrave la situación cuando los hinchas xeneizes realicen desde las 16 el banderazo para alentar a sus jugadores y hacer una demostración de color y de fuerza, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, tomó la iniciativa y dialogar con la cúpula de la policía militarizada de Río de Janeiro, que depende del gobernador Claudio Castro, un aliado del expresidente Jair Bolsonaro.

Además, dirigente de la Conmebol se reunirán con los máximos organismos de seguridad de Rio de Janeiro para reforzar el operativo de seguridad. De hecho, el organismo del fútbol sudamericano realizó un llamado a los hinchas desde sus redes sociales para ponerle punto final a la violencia. "CONMEBOL hace un llamado a los hinchas de Fluminense y Boca a compartir todos juntos los momentos de alegría y celebración que nos dan nuestro fútbol. Los valores del deporte que más nos apasiona deben ser inspiradores de conductas de paz y armonía. Por eso, repudiamos los actos de violencia y racismo que se puedan producir en el marco de esta final".

Llegada de la Doce y amenzas

Mientras esto ocurre, y como reacción frente a los hechos de violencia registrados, la barra brava de Boca comandada por Rafael Di Zeo y Mauro Martín avisó que no dejará así las cosas con sus pares del Fluminense. "La barra de Fluminense está obligada a pelear contra la barra de Boca cuando lleguemos. Que nos esperen nomás… Vamos a estar nosotros tres adelante (Marcelo Aravena, Mauro Martin y Rafael Di Zeo)", posteó Aravena en sus redes sociales. A ellos se los podría sumar la barra del Flamengo. De ocurrir un nuevo enfrentamiento, sería una verdadera locura, un sinsentido, que sin dudas terminará de opacar esta gran final de la Copa Libertadores.

El embajador de Brasil

Julio Glinternick Bitelli, embajador de Brasil en la Argentina, habló sobre los hechos desde Buenos Aires. "Son profundamente lamentables las escenas de violencia ocurridas en los últimos días, en Río de Janeiro, que esperamos no vuelvan a repetirse. Las autoridades de los dos países están en permanente coordinación en ese sentido", comentó a través de X. Además, alertó a los hinchas xeneizes para que eviten las expresiones racistas: "Es muy importante enfatizar, como lo hicieron las autoridades consulares argentinas, que cantos y manifestaciones racistas o xenófobas son pasibles de prisión en Brasil. Es importante tener en cuenta, igualmente, que hay diferencias culturales cuanto al nivel de provocación hacia la hinchada rival considerando admisible en uno y otro país". Por último, el diplomático, agregó: "Qué la pasión por el fútbol, que comparten argentinos y brasileños, sea motivo de unión y celebración".

Bandertazo y sambódromo

La cita –organizada por la peña xeneize de esa ciudad: "Consulado Boca Juniors de Río de Janeiro"– de los casi 60 mil hinchas xeneizes que viajaron a Río de Janeiro para acompañar el equipo de Jorge Almirón –algunos lo harán desde la cancha, cerca de 20 mil, y el resto en los lugares de concentración dipuestos por los autoridades del país anfitrión– comenzará cerca de las 16 en la Avenida Atlántica, justo donde se encuentra el Quiosco Buenos Aires, a metros del Hotel Othon Palace. 

Como no todos los hinchas xeneizes que viajaron a Brasil tienen tickets para ingresar al Maracaná, las autoridades de la ciudad dispondrán de un espacio controlado –el Sambódromo de Río– para que puedan ver el partido en pantalla gigante.