“No hay democracia mientras se siga matando a mujeres y mientras no haya justicia para las víctimas”, dijo la antropóloga feminista mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos, de visita por tercera vez en Buenos Aires en un conversatorio internacional sobre violencia de género y 40 años de democracia. En ese marco valoró la necesidad de sostener las instituciones democráticas: “En las instituciones está la posibilidad de poner en marcha la utopía de los derechos humanos”.

Investigadora, docente, política, Lagarde es una de las referentes en el movimiento feminista en Latinoamérica. Desde México recuperó e instaló el término “femicidio”. Siendo diputada, creó y fue presidenta de la Comisión Especial de Femicidio de la Cámara de Diputados de la LIX Legislatura, 2003-2006. En esa línea, elaboró y promovió  la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, vigente en México desde 2007. Dirigió la Investigación Diagnóstica sobre Violencia Femicida en la República Mexicana. Es autora de más de 100 artículos y una docena de libros. 

En 2013 fue declarada Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña. Volvió en 2015 justo en los días del surgimiento del movimiento #Niunamenos. Y ahora fue invitada por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires al Conversatorio Internacional “La lucha contra la violencia de género. Avances y desafíos a 40 años de recuperada la democracia”, que se llevó a cabo con la presencia de la Defensora del Pueblo de la Ciudad, María Rosa Muiños; la investigadora feminista Dora Barrancos; y la directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura porteño, Diana Maffía. También participaron Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; la ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, Estela Díaz; la directora regional adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Cecilia Alemany Billorou; y la jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, Alicia Ruiz; entre otras.

--Vuelve a Buenos Aires luego de que fue elegido un presidente de ultraderecha. ¿Qué podemos hacer desde los feminismos frente a lo que plantean este presidente o la ultraderecha?

--No creo que sea muy diferente de lo que tenían que hacer hace una semana en que no sabían quién iba a ganar. O sea, es parte de la sociedad y de la vida política. A veces tienes la incidencia como para impulsar cosas, a veces pierdes y perdieron... Entonces hay que hacer una política de reparación, de análisis, de cómo participaron las fuerzas políticas, qué instituciones son confiables, cuáles son. Yo no soy nadie para decir qué deban hacer. Para mí como ciudadana pues siempre diré participemos y no ordenando ni nada, más bien convocando a unirnos, a tener claridad de qué cosa nos importa defender.

--Milei dijo que va a cerrar el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad...

--Tienen todo que decir ahí. Los ministerios de las mujeres son instituciones que han democratizado al Estado. Son creación del feminismo y de la ciudadanía democrática. O sea, me parece que tienen toda legitimidad para oponerse, convencer, explicar qué es el instituto, por qué es necesario. Tienen todo un campo de ideas que hay que fortalecer para que la gente entienda. Porque luego creemos que la gente automáticamente nos va a apoyar y es un error. Tenemos que dialogar y convencer.

--En el conversatorio decía que en México, mientras haya feminicidios y mientras las víctimas no tengan justicia, no se puede hablar de democracia...

--Mientras haya impunidad, hay feminicidios. Si no hubiera, si los crímenes cometidos hubieran sido democráticamente juzgados con ética, con moralidad... O sea, otro gallo cantaría y si el mensaje fuera claro “a las mujeres no se toca, las mujeres tienen derechos” y cumplirlos siempre para ir transformando la sociedad, es importante eso...

--¿Puede haber democracia sin derechos para las mujeres?

--Es un estilo decir que somos países democráticos. Depende de quién lo diga, yo puedo decir que no. Otros pueden decir que sí. Si veo que la diferencia salarial entre mujeres y hombres es brutal, ya voy entendiendo y si veo que la exclusión de las mujeres nos conduce a no crecimiento, a no desarrollo, me parece que por ahí va la cosa. Pero también depende del entorno en el que actúan, porque mucha gente con su abstencionismo o su displicencia ayuda a abonar que la derecha avance y la derecha entre goles, artistas, cultura misogina, política antidemocrática, ahí va... ¿Qué queremos? Que la gente desarrolle una conciencia crítica, que sea capaz de pensar por sí misma, que no se guíe por prejuicios, sectarismo, todo ese tipo de ideologías excluyentes. Pero habría otros campos para explorar y hay que democratizar el Congreso, no solamente al Poder ejecutivo, hay que democratizar al Poder Judicial. En México es clarísimo, los jueces liberan a culpables y sobre todo de crímenes contra mujeres y niñas. Entonces ahí hay que entrarle a ese debate. Yo diría que nosotros lo hemos hecho, el resultado no es aún lo que queremos, es muy deficiente, la gente que tiene que impulsar la política democrática no es demócrata, la gente que está ocupando puestos directivos es antifeminista y nadie le exige que nada. Los políticos aberrantes no tienen límite, en México se ha tenido que hacer una ley que se llama las 3D que dice que los candidatos en las elecciones, candidatos que no cumplan con la pensión alimenticia, que tengan deuda en impuestos al fisco y que tengan delitos cometidos no pueden ser elegidos. Y esa ya es una ley, cosa que nos hubiera ahorrado muchísimas cosas ingratas en los últimos años.

--Acá una diputada electa por La Libertad Avanza, planteó que los padres puedan renunciar a su paternidad...

--Tienes que rebasar el tema como chisme, colocarlo como tema de una agenda política, ideológica, es un proceso de participación que requiere mucha gente dispuesta a hacer, a tornar, a convencer, a demostrar, a aprender y eso hay que cuidarlo mucho, la calidad de la participación política.

--Decía en la charla que le daba tristeza que hay muchas feministas que están siempre en la trinchera con el lenguaje de la lucha ¿cómo es eso?

--Aquí no, en todo el mundo hay un lenguaje militar y entiendo porque yo soy antropóloga y me dedico a esto, entonces entiendo y lo convierto en un objetivo. Muchas chavas no han caído en cuenta qué significa que digan que están en la trinchera, lo dicen con un orgullo mujerista, no feminista, mujerista. Yo quiero que digamos otras cosas, no estamos en trincheras, optamos por la no violencia, optamos por la paz, es una opción ser pacifista y es una opción de un régimen pacifista. Entonces me dará mucho gusto oír a muchísimas jovencitas que hablan así muy amachinadas y que no perciben que no es así como se quita la opresión, no es simulando un empoderamiento que no tienen.

--Por otro lado, las redes sociales también alientan los discursos de odio...

--Hay una tendencia a la iracundia, a la intolerancia, al grito, al despotismo, pues esa es una cultura de supremacía que además es violenta y no podía ser de otra manera, solo con violencia se sostiene eso.

--Incluso se acusa al avance de los feminismos, de los derechos de las mujeres, del avance de los discursos de odio como respuesta...

--Es que no hacen la crítica, el feminismo surge como un ejercicio crítico y tiene la crítica en el centro, tienes que criticar tu propia cultura, tus propios valores y de ahí emergerá otra cosa, pero si no pasas por ese proceso es un asunto de fe, y aquí no se trata de fe, se trata de dar pasos consecuentes para hacer algunas cosas y aprender con, no me gusta la palabra humildad, pero sí con limitación, eres, somos muy limitados, no tenemos tantas opciones, entonces podemos elegir realmente un camino, un camino que no sepas muy bien qué va a pasar, pero sí es un camino sistemáticamente no violento, sí corresponde eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres. En cambio, si luchas, te subes a la trinchera, toda esa irracionalidad supremacista, eso hay que someterlo a crítica como todo lo nefasto, tenemos mucho que decir sobre las cosas que no queremos, que destruyen, porque planteamos más bien una alternativa. Hay que decirle que la gente entienda que si vota por ese ya se le jodió la vida, la vida, porque de aquí a que una sociedad se repone de un proceso así y salva lo que no fue lastimado y lo que se iba, te tardas una generación y hay que volver a empezar y a lo mejor no hay condiciones ni 20 años después tampoco.

--Acá se dio un proceso doloroso. Pareciera que incluso gente que votó a este nuevo presidente va a verse perjudicada con las políticas que va a tomar. Entonces ¿qué hacemos con eso?

--Clarísimo, pues eso es lo que pasa, allí mientras más superficial es la política, más se basa en la fe, es una religiosidad y la gente no sabe qué implicaciones tiene cada cosa para qué porque no conoce el mundo. 

--El avance de la derecha, la ultraderecha no es sólo en Argentina, se da en distintas partes del mundo. ¿Qué hacemos frente a eso?

--Esto que estamos haciendo ahorita: yo pienso que el análisis contribuye a mejorar las cosas, tener claridad en la perspectiva, eso nos hace mucha falta, ¿qué hacemos? Pues seguir haciendo. Eres periodista, eres comunicóloga, comunica, ¿qué quieres transmitir? Afina tu lenguaje, vuélvete una experta en un lenguaje dialógico, que tus colegas te admiren por eso y no por otras cosas digamos y que puedas pensarte tú a ti misma, yo a mi misma, como una interventora... tener duda continua, no creer en dogmas, eso es importante también. Buscar relaciones positivas, que te gratifiquen, que te vean, que te aporten, que tú puedas mejorar tu vida, encontrarte con gente respetuosa, promover esta idea del mundo en todo.