No está documentada la llegada de Aboubacar Bassinga a las costas de Arguineguín, Gran Canaria, frente a las costas de África. Tenía 14 años: era un niño. Estaba solo, nadie de su familia lo acompañaba. No hay registro oficial sobre si aquel 13 de febrero de 2020 fue el más leve o el peor día de su travesía desde Costa de Marfil en una patera. Quizás el dato que más ha de importar es uno solo: llegó vivo. Eso lo diferencia de las (al menos) 1.717 personas que ese año intentaron llegar a tierras españolas por la frontera sur y murieron en el camino -sin cifras oficiales, es el cálculo que realizó la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA)-. Eso, esa suerte de tener vida en este mundo (des)humano que vulnera a quien migra, le permitió el domingo pasado, casi cuatro años después, debutar en Primera y ponerle su cara a un imaginario que referirá su historia a una victoria del destino y al final feliz de un héroe; un imaginario, en definitiva, no hará más que romantizar un drama que debiera sacudir a la humanidad.

Y cómo cuesta hablar de fútbol cuando se habla de Abou -como él se hace llamar en las redes sociales- y se piensa una y otra vez que lo importante es que está vivo. A diferencia de tantos otros, con sueños de pelota o sin ellos. Pero Abou juega a la pelota. Mejor dicho: es futbolista. Y es una obligación hablar de ello también. En Abiyán, Costa de Marfil, nació el 13 de julio de 2005 y comenzó a dar sus primeros pasos con la bola el joven que hoy tiene 18 años y sueña en grande con el fútbol luego de su debut. Una nota en el diario Marca reseña que -una vez en España- fue un taxista quien vio jugar a Bassinga en las inmediaciones del Estadio de Gran Canaria, donde hace de local la Unión Deportiva Las Palmas, de la primera división española. Fue el taxista también el que llevó al director de captación y formación del club amarillo el pedido de acercarse a ver al niño que se destacaba con la redonda en sus pies.

Pero el habitar tierras extrañas le significó algo más que el desarraigo de su lugar y de su familia: estar solo fue también un obstáculo para fichar por Las Palmas, ya que la FIFA debía autorizar su inscripción y su legislación lo dificulta al proteger a los menores de abusos por parte los clubes europeos lanzados a cazar talentos en África, América Latina y Asia. Por medio de la intervención de la jueza de Menores Reyes Martel y gracias a un programa para la inserción social que la magistrada lidera, Bassinga recibió por fin la inscripción. Ayudó también que, a principios del año pasado, la FIFA flexibilizara los criterios para la inscripción de niños extranjeros tutelados por las administraciones públicas en divisiones aficionadas. Abou se convirtió así en el primer jugador en alcanzar la licencia federativa con Las Palmas, allí donde fuera ídolo el argentino Quique Wolff en la década del ’70.

El talentoso zurdo, que juega de mediocampista, saltó en pocos meses del equipo Las Palmas D, apuesta social del club por jóvenes que se encuentran en riesgo de exclusión, hacia el de la División de Honor, la máxima categoría del sistema de ligas juveniles de España. Del fútbol callejero a despuntar en el combinado juvenil, donde jugó 12 partidos y convirtió siete goles, según la web udlaspalmas.net. Y de ahí, con solo unos pocos meses jugando como federado, a ser parte de la Primera, a la que llegó siendo citado por primera vez el pasado 4 de diciembre.

Cuesta no volver a pensar en su travesía por el océano Atlántico en una frágil embarcación cuando se lo imagina a punto de debutar en Primera o dándolo todo en cada uno de los entrenamientos del club amarillo cuando aún no tenía su inscripción y no sabía si podría jugar. Cuesta no volver sobre la ruta que lleva de África a Canarias -la que llevó a Bassinga hasta Arguineguín-, la más letal de todas: si fueron 6618 las personas fallecidas intentando llegar a las costas españolas este 2023 (384 fueron niños y niñas), la enorme mayoría de ellas -6007 seres humanos- murió en la ruta atlántica rumbo al archipiélago. Los números de la tragedia, que no los aporta oficialmente ningún Estado, son del colectivo Caminando Fronteras y su nueva edición del informe ‘Monitoreo Derecho a la Vida’.

Llegar vivo, parece, es el “privilegio” de quienes sortean en la travesía la vulneración de sus derechos más elementales. La inanición por falta de alimento o agua potable, las hipotermias, las quemaduras producidas por la mezcla de agua salada y gasolina y las caídas al mar por el hacinamiento en las embarcaciones, son las principales causas de muerte durante los intentos migratorios, según detalla la APDHA, asociación sin fines de lucro que desde 2002 informa sobre migración y Derechos Humanos en la frontera sur de España.

Abou llegó vivo

Abou lo logró. Y esa singularidad del destino -esa diferencia entre la vida y la muerte- le permitió debutar en Primera el pasado 7 de enero de 2024. “Nunca antes había jugado federado, sino en la calle. Lleva tres, cuatro o cinco meses como federado y ya entrena con el primer equipo. Eso habla de la calidad que tiene”, le contaba al diario español Marca Santi Lampón, su entrenador del Juvenil de Las Palmas. Abou salió como titular con el número 34 ante Tenerife y recordará ese estreno por siempre, más allá de la derrota por 0-2, como visitantes, por los dieciseisavos de final de la Copa del Rey.

Abou cumplió mucho antes de lo imaginado lo que lo ilusionaba hasta hace unos pocos meses. “Mi sueño -había dicho, a un costado del césped del Estadio de Gran Canaria- es estar en cinco años en el primer equipo de Las Palmas y que estén mis padres en las gradas viéndome, que puedan por fin estar aquí conmigo”.

Para su sueño completo falta la familia, claro. Pero para que aquellas personas que migran lleguen vivas, lamentablemente, falta mucho más. Si ya es mala la situación actual para los y las migrantes, la legislación que aprobó la Unión Europea (UE) y se implementaría desde este año es aún más regresiva: el llamado “Pacto Europeo sobre Asilo y Migración” supone un acuerdo que, según Amnistía Internacional, "hará retroceder durante decenios el derecho de asilo europeo" y provocará "un aumento del sufrimiento en cada paso del viaje de quienes busquen asilo en la UE". Según Willy Bergogné, directora de Save the Children Europa, "el acuerdo es históricamente malo. Está claro que para la mayoría de los legisladores la prioridad era cerrar las fronteras y no proteger a las personas, incluidas las familias y los niños que huyen de la violencia, los conflictos, del hambre y la muerte, mientras buscan protección en Europa".

“Los que migran no quieren abandonar sus casas, pero África es un continente que los europeos hemos ido esquilmando durante muchos años. Y, ahora que están huyendo de guerras, del hambre y de la pobreza que Europa ha contribuido a generar, no tenemos voluntad de ayudarles”. Las palabras -sacadas de una entrevista dada al periódico digital Público- pertenecen a Ildefonso Sena, el fotoperiodista español que capturó en una famosa imagen el primer cuerpo de una persona que intentaba migrar a España, en Los Lances de Tarifa, en Cádiz. Aquel retrato, que este año cumplirá 36 años, fue el primer naufragio de un patera que se documentó en España. Sin cifras oficiales desde entonces, solo organizaciones sin fines de lucro intentan cuantificar, prevenir y alertar sobre el drama de las migraciones, que no solo sacude a España sino a toda la Unión Europea.

Antes de su debut oficial, Aboubacar Bassinga tuvo una alegría: volvió a Costa de Marfil. Se reunió con su familia, retrató el atardecer, sonrió, abrazó a su gente. “Cuanto más comprendas y aceptes tus raíces, más hermoso y fuerte te volverás”, escribió en Instagram para sus casi 14 mil seguidores, aquellxs junto a quienes planea el próximo sueño, tal vez, imaginarse entre los suyos celebrando un grito de gol.

Abou, feliz de reencontrarse con su familia en Costa de Marfil (Imagen: Instagram)