El viernes 22 de marzo, la actriz argentina Mercedes Morán y su colega español Imanol Arias vivirán algo muy parecido a un sueño: estrenarán la obra Mejor no decirlo, dirigidos por Claudio Tolcachir, y trabajarán juntos por primera vez ya que, a pesar de varias décadas de amistad, nunca habían compartido un escenario ni un set de filmación. Van a componer a un matrimonio que lleva muchos años juntos. Su fórmula, imbatible: saber cuándo hablar y cuándo callar. ¿Pero, qué sucedería si por una vez en la vida se plantearan decir todo, absolutamente todo? Mejor no decirlo es una comedia que en esta coyuntura dramática que vive la Argentina funcionará como bálsamo para quienes se acerquen a la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (Corrientes 1660) los miércoles y jueves a las 20:15, los viernes a las 21, los sábados a las 19:30 y 21:30, y los domingos a las 19, durante diez semanas.

Ambos tenían muchas ganas de trabajar juntos. Es que, además de conocerse desde muy jóvenes, han compartido muchos festivales. "Mecha ganó muchos premios y yo he sido muchas veces entregador de premios", bromea el español que se ganó el corazón de millones de argentinos desde que en 1984 se estrenó Camila, la inolvidable película de María Luisa Bemberg que recrea la historia real del romance entre Camila O'Gorman (Susú Pecoraro) y el sacerdote Ladislao Gutiérrez (Arias), durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, en la primera mitad del siglo XIX.

"¿Ladislao estás ahí?", decía Camila, con los ojos vendados, frente a un pelotón de fusilamiento. "A tu lado, Camila", respondía él. Ella era una joven aristócrata. Él, un joven religioso. Aunque ella estaba esperando un hijo de él, Rosas no tuvo piedad y ordenó la pena de muerte. Mercedes Morán recordó ese diálogo cuando Imanol Arias fue a verla debutar en teatro con El efecto de los rayos gamma en las caléndulas, de Paul Zindel. Para entonces, Morán ya era muy amiga de Susú Pecoraro, incluso antes de ser actrices. Y por esa amistad se gestó la idea de que Imanol estuviera presente en ese momento clave. "Es esa mezcla de admiración y de cariño que hacen que al venir a hacer esta pieza encontremos una forma de relacionarnos como compañeros que es una de las más interesantes que yo he tenido", habla con halago el actor español. "Muchos años después estamos trabajando juntos", completa la actriz argentina, con una sonrisa tan grande como sincera, que demuestra el cariño mutuo que se tienen.

Respecto de Mejor no decirlo, Arias señala: "Esto es un río como el Paraná, que nace en un sitio y luego tiene bifurcaciones. Nació en Mercedes y luego yo soy una bifurcación". Y, entonces, le cede la palabra a Morán para que cuente el germen de la obra. "Tenía muchas ganas de hacer una comedia, tenía ganas de volver al teatro, después de unos años que no había hecho obras. Lo de comedia es porque tengo ganas de escuchar risas, hacer reír en lo posible. Me parece que es una energía muy sanadora en este momento y, al mismo tiempo, convocar ese estado sin dejar de pensar o sin dejar de aportar algo para la época y el momento, y que no sea solo entretenimiento", cuenta la protagonista de varios éxitos del cine y el teatro argentinos.

Morán profundiza su idea: "Es como yo intento que sea el entretenimiento, que no sea vacío de contenido. Es una obra escrita por la autora francesa Salomé Lelouch y habla sobre lo que se dice y lo que no se dice. No es una obra convencional, son como escenas donde discuten o piensan diferente sobre el cómo se dice, qué se dice, qué no se dice, qué se dice en privado, qué se dice en público, de qué manera, con dos caracteres funcionales a este género, en un punto exagerados". El personaje de Imanol "es muy correcto, tiene muy claro qué se dice, donde, cómo, en algunos temas". "Y el personaje femenino es como una bocaza que tiene una especie de incontinencia verbal que no se detiene a ver lo que puede provocar. De la obra se desprende que es una pareja ensamblada, y que, a esta altura de la vida, tienen una enorme vocación por ser honestos, por no esconder y por poder encontrar una manera de decir, y seguir siendo sinceros y no lastimar al otro", afirma Morán.

Imanol Arias dice que viene "de cursar una carrera durante 22 años, en los que he permanecido en España, con algunas salidas para hacer alguna película, pero con una serie que me ha tenido con tiempos de cine: quince días por capítulo y 23 temporadas, y algunas de ellas con 20 capítulos al año". Se refiere a que formó parte del elenco principal de Cuéntame cómo pasó. El actor interpretó a Antonio Alcántara durante 22 años de emisión y 23 temporadas por la Televisión Española.

"No es que yo recibí la propuesta de la obra y por eso pensé en venir a la Argentina", dice Arias estableciendo un enigma en la entrevista, que lo resuelve inmediatamente: "Yo quería pasar una temporada aquí, como fuera. Si no hubiera sido trabajando correlativamente, habría venido para trabajar quince días en una serie, como he hecho otras veces. Venía a transformarme. Tenía la sensación que, después de 22 años, estaba en una edad en que tenía que volver al sitio donde más he aprendido. Me siento parte de esta comunidad de actores. Y Argentina tiene unos intérpretes, un teatro, una industria, que es tremendamente formadora", señala Arias.

En esa idea de viajar a la Argentina, le propusieron hacer Mejor no decirlo con Morán. “Además, sé que Mercedes quería que fuera yo. Yo era parte de su proyecto. Cuando recibí el material, me di cuenta de lo que huyo o de lo que me quiero liberar. Y es de lo que habla la obra. Yo me voy a liberar de veinte años de éxito diciendo lo mismo, donde las palabras ya no tienen sentido y donde te puedes equivocar, incluso, porque de tanto decir lo que está pasando -y lo ves-, cuando comunicas no te das cuenta de lo que la gente escucha. Y esta obra habla de eso. Estas dos personas están juntas después de tener sus familias y no están juntas porque económicamente les convenga o porque están solas. No están juntas porque tengan un buen sexo para la edad que tienen. Están juntas porque han decidido hacer de la palabra lo más hermoso de esa relación, aunque sea discutiendo. Nunca por un conflicto, nunca porque alguien sea un problema estratégico, sino como forma de vida. Hay parejas mayores que se juntan y viajan, su motivo es viajar, sentirse jóvenes. Ellos también lo tienen, pero su sentido es comunicarse, hablar", anticipa el actor español.

-Es importante en esta época en que la palabra está tan devaluada...

Mercedes Morán: -Absolutamente. Más allá de ser una cosa de una pareja y que no se pone solemne ni intenta bajar ninguna línea, sí es un tema que resuena: el poder volver a darle una categoría humana y sensible a la discusión y no ponerla como un enfrentamiento sangriento.

Imanol Arias: - Podría ser un aporte, en otros posibles, de definir el amor en estos tiempos de dos personas maduras. ¿Qué valores son los que habría que pensar si uno es sincero y no cree que está aquí "de gorra"? Aquí estamos de casualidad y siempre uno de plantea: ¿Cuánto me dura? ¿Qué es lo que tengo que hacer hasta entonces? Y a estas edades, pasa. Ellos dos saben que les va a durar el tiempo suficiente para hablar, siendo sinceros, enfrentándose a las cosas continuamente, con la necesidad de juntarse con ellas, no de separarse, no de crear ámbitos. Esa es la pieza y es una joya.

-Seguramente en la obra los espectadores varones y mujeres se van sentir reflejados porque sus personajes van a hablar de cosas que les van a resultar familiares, ¿no?

I. A.: -Exactamente. De lo que hablan en casa, de la intimidad.

M. M.: -Sí, son todos temas en estas épocas de deconstrucción necesaria, de nuevos  paradigmas, de cambios. Bueno, son las comprensiones que tenemos con las parejas, con los hijos, qué se dice y qué no se dice, "esto no se dice más", "esto se dice así". Es cero pretenciosa porque no está hablándole a las sociedades. Es una dinámica de una pareja, pero hay algo de esa escucha que los va a interpelar.

I. A.: -La obra no es estática en la propuesta de Claudio Tolcachir. Aquí hay dos personajes que son de dos países y dos culturas diferentes, cosa que no previó la autora francesa. Y eso enriquece mucho al asunto.

M. M.: -Esta versión de la obra se corrió del living por una elección del director, y todo el collar de escenas transcurren en distintos ámbitos que, de alguna manera, les propone variaciones, los interfiere de un modo.

-¿Hay algo de sus personajes con lo que ustedes se sientan identificados? ¿O la distancia es la mejor herramienta para componer?

M. M.: -Siempre lo he sido, pero ahora que ya no soy tan joven, defiendo mucho más esta libertad de poder decir lo que pienso y correrme del temor que eso suscita en lo privado y en lo público. Tengo una necesidad de ser lo que soy, de decir lo que pienso y ya. De alguna manera, el personaje, exageradamente, tiene el mismo comportamiento. Así que está bien. Uno de los motivos por los cuales elijo determinados personajes es porque tengo la ambición de que me enseñen algo como persona, y poder transitar una manera de pensar y de sentir diferente a la mía. Al darle mi cuerpo a un personaje que tiene sus razones, espero que eche algo de luz sobre algo que yo estoy necesitando aprender. Y con esta obra pasa también, como con todos los trabajos que he hecho: que me aporte algo al cómo decir las cosas, de qué manera decirlas sin traicionarme, pero cuidando un poco más al que escucha.

I. A.: -A mí me han sacado de una fila para asistir a una terapia que es para aprender a hacer esto: cómo gestionar quién eres, no caer en la continua necesidad por la presión, por la velocidad de los medios. Tiene que ver con cómo aprender a gestionar sin creerte el centro del mundo por mucha responsabilidad que hayas tenido. Yo estaba en la fila en el número 4 y alguien me dijo: "No, espera que te adelanto el curso". Yo venía a hacer eso a Argentina, a aprender eso, a ver cuál es mi vida ahora, después de 22 años en la televisión con un éxito enorme. Y la pieza es perfecta, yo me identifico mucho con él, solo que él ya va por el cuarto curso y yo estoy iniciándome en el curso de hablar y de dar a la palabra el valor que tiene, hasta llegar incluso, sin molestar a nadie, a creer que la palabra es una de las cosas más divinas en el sentido universal, que crea y destruya. Pero crea físicamente. Y eso ahora la neurociencia lo ha demostrado.

(Imagen: Verónica Bellomo)

-Es de suponer que esta obra les debe estimular una conexión especial. Porque si bien el actor y la actriz trabajan con el cuerpo, la sensibilidad y las impresiones, también trabajan mucho con la palabra, fundamental para una interpretación.

M. M.: -Sí, y desde el título. Con lo que se dice y lo que no se dice estamos hablando de la palabra. Por supuesto que, como actores, es un ejercicio fantástico, de precisión. Es un material que no te permite correrte. Es muy delicado en ese sentido.

I. A.: -Desde mi punto de vista, propone que ante una invitación así, de lo primero que uno se sustenta es de la relación con la otra persona.

-¿Creen que cambia la manera de callar si pasaron muchos años de convivencia?

M. M.: -Si el callar está gobernado por un miedo no resulta. No es conducente. Ahora, si el callar está gobernado por una decisión que no tiene que ver con el miedo al enojo, ni a la pérdida, ni a no ser querido, es una elección válida. Ella habla más, él habla menos y se elige ver a esta pareja sólo en esta dinámica. No los vemos en otros momentos. Los vemos siempre tratando de entender algo, escuchar, que el otro entienda y con una vocación real, sincera de cambiar algo, alguna idea si es necesario o si vale la pena.

-Antes las parejas no recurrían al psicoanálisis como ahora. ¿Las terapias ayudan a decir cosas que antes alguno de los dos no se animaba?

M. M.: -En general, creo en la terapia como un instrumento súper válido. Hubo momentos de mi vida en los que me ha ayudado, y me ha salvado una buena terapia. Nunca hice terapia de pareja, no llegué a esa instancia. Pero hago terapia también en este momento. El encontrar un lugar donde poder hablar de lo que te pasa con alguien que te exime de la culpa y que no te va a cobrar más que la sesión, me parece que si tenés enfrente un buen escucha y una persona inteligente que te pueda ayudar a desplegar tus propios instrumentos, que a veces no sos consciente de tenerlos, sí, claro. Creo que es una herramienta muy válida.

 

I. A.: -En España es muy reciente. Mis hijos lo hacen y yo lo he hecho muy recientemente. Cuando empezaba a hacerlo, sabiendo que es algo que me ayuda, he entendido por qué he pasado etapas en las que no lo hacía. Tenía que hacer mi propia terapia donde te equivocas.