De El Loco y la Camisa, obra de Nelson Valente, hubo una puesta en 2018, con dirección de Eduardo Ceballos. La historia de la familia que recibe al novio de la hija, dispara hacia lugares incómodos a partir del personaje de Beto, el hijo “raro” y “diferente”. La familia, ese lugar de encuentros y desencuentros, ofrece siempre algo más para decir; en este sentido, el texto de Valente conoce varias versiones, y en Rosario vuelve a exhibirse, ahora con dirección de Blas Zanella y protagónicos de Franco Sosa, Marita Vitta, Edgardo Francés, Mara Parodi, Rodrigo Osorio; los sábados de abril a las 21 en El Cultural de Abajo (Entre Ríos 579).

“El año pasado tuvimos una charla con Nadia Bezmalinovich, impulsora del proyecto; y en un café decidimos empezar a trabajar y sumar gente al equipo. Fue un tiempo corto para el armado y los ensayos. Estrenamos en La Vigil en octubre, luego hicimos otra función en La Morada, y claramente todo el esfuerzo nos llevó a querer seguir trabajando. Luego ella se tuvo que bajar, por problemas personales, y encontramos su reemplazo en Mara Parodi, quien se adaptó rápidamente”, comenta Blas Zanella a Rosario/12.

“Te diría que esta obra hoy es un clásico nacional, se está haciendo en diferentes provincias, con varios elencos. En Rosario fue dirigida por Eduardo Ceballos y tuvo su repercusión; y ahora vuelve a la cartelera con nosotros. Básicamente, es una comedia dramática, que cuenta la historia de una familia de clase media, cuyo hijo, Beto, es el ‘diferente’. Y van a recibir y conocer al novio de María Pía, la hija. Al llegar este personaje, de la mano de Beto se van desencadenando diferentes conflictos, que la familia esconde, desde el humor y con una mirada también crítica a ese nivel patriarcal y conservador que tiene esta familia. Es muy interesante poder tratar estos temas, porque no todas las familias son progresistas y ciertos modelos todavía están; el arte permite una crítica a todos estos problemas”, continúa.

-Seguramente, el texto se va resignificando con las distintas épocas y permite una mirada acorde con lo que sucede hoy.

-Siempre le encontramos cosas nuevas, el texto es magnífico. Cada cosa tiene su justificativo. Al ser algo universal, te deja pensando, a partir de lo que se dice y en cuáles situaciones. Y está Beto, el “diferente”, el eje principal de la obra. Esta cuestión de la vergüenza, de no mostrar tal como es una familia, viene también de otras épocas, cuando al que era distinto lo escondían o se trataba de que no lo conocieran, por cierta vergüenza o pudor.

-Tenés formación teatral, pero también un recorrido audiovisual, ¿cómo te resulta el lenguaje teatral?

-Para mí, volver al teatro fue darme más años de vida. Si bien al estrenar uno se estresa bastante, me sentí cómodo. Charlando con el elenco, planteé, desde el principio, que era la primera vez que iba a dirigir una obra de teatro, que me tuvieran paciencia. Al mismo tiempo, me estoy encontrando con una manera de dirigir. Es como decía el Coco Basile: “Yo pongo bien a los jugadores en la cancha, pero después se mueven”; acá es lo mismo. Me gusta llevar la dirección desde un lugar que no sea autoritario, sino desde la búsqueda constante de cada uno, probando tanto lo que el actor propone como la observación de alguien de afuera. Es bastante democrática la manera de trabajar, así es cómo me siento cómodo. En ese sentido, estoy más que satisfecho. Lo que me pone tranquilo también es que ya estrenamos, y que la obra salió bien; cuando se rompe ese hielo, se pueden pulir un montón de cosas.

En su faceta audiovisual, que incluye cortometrajes premiados y la serie Catarsis, Blas Zanella tiene un recorrido creciente, que interactúa con el teatro: “Cuando me alejé un poco del teatro para volcarme al cine, había una cuestión de distancia, de cierto respeto, al decir que no sabía si algún día podría dirigir una obra teatral, porque el teatro es otra cosa. Pero de un día para otro, surgió esta posibilidad; las sorpresas que te da la vida. Por otro lado, sigo escribiendo; hace poco filmamos un cortometraje, que va a salir probablemente en mayo. Me di el gusto de trabajar con gente de experiencia, como Fernando Zago, con quien aprendí mucho. Uno sigue en esa constante búsqueda y aprendizaje, y eso me motiva también en la resistencia de estos días”. Y agrega: “No quiero pasar por alto los 50 años de la Escuela de Teatro, una de las grandes responsables de que esté en este medio; así como el Aniversario de Malvinas”.