La supermodelo Linda Evangelista, de 56 años, se sometió a un tratamiento estético para eliminar grasa corporal y desarrolló hiperplasia adiposa paradójica, una complicación que, según su autopercepción, la dejó "deformada", lo que le generó un cuadro de depresión. ¿En qué medida el ideal de belleza hegemónica interviene en las decisiones sobre el propio cuerpo? ¿Cuál es la relación con el mercado y qué se pone en juego en esa interacción?  

Linda Evangelista, una de las "top models" más famosas de los 90, junto a Claudia Schiffer o Cindy Crawford, utilizó este miércoles sus redes sociales para contarles a sus seguidores los motivos que la llevaron a desaparecer de la escena pública. En un posteo de Instagram titulado "La verdad, mi historia", Linda aseguró haber quedado "permanentemente deformada" después de un tratamiento de criolipolisis, un procedimiento dermatológico que permite, mediante la aplicación de frío, eliminar grasa corporal.

"He sido brutalmente desfigurada por el procedimiento CoolSculpting de Zeltiq, que hizo lo opuesto a lo que había prometido", relató la modelo. Este tratamiento "aumentó mis células grasas en vez de disminuirlas y me ha dejado permanentemente deformada incluso tras someterme a dos dolorosas cirugías correctoras, sin éxito. Me he quedado, como han dicho algunos medios, 'irreconocible'", añadió.

Según explicó, luego de la intervención desarrolló hiperplasia adiposa paradójica, "un riesgo del que no se me había informado antes del procedimiento", sumó. "Estoy en un ciclo de profunda depresión, honda tristeza, y en las más bajos niveles de autodesprecio. Me he convertido en una reclusa", admitió sobre las consecuencias subjetivas que le trajo esta situación. "Con esta denuncia, intento librarme de mi vergüenza y hacer pública mi historia. Me gustaría salir por la puerta de mi casa con la cabeza bien alta, a pesar de que ya no me parezco a mí misma", finalizó. 

"Discutir las lógicas hegemónicas"

La búsqueda de un cuerpo y un rostro hegemónico, señaló en diálogo con Página/12 María Alicia Gutiérrez, socióloga, feminista, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, se inscribe en la lógica del capitalismo neoliberal. "Me parece que los cuerpos han pasado a ser una mercancía más, cuerpos tanto para ser mostrados como muchos otros cuerpos para ser invisibilizados, negados o para ser directamente desaparecidos", reflexionó.

"La dimensión del cuerpo como la reproducción social de la vida es central en la lógica del capitalismo. Ahora, el uso del cuerpo como una mercancía que entra dentro de las lógicas del mercado y con algunos imperativos hegemónicos de belleza, de estéticas e incluso de identidades, eso sí me parece que es algo que tiene un peso altamente significativo para las mujeres pero también en los últimos años para varones y otros géneros", advirtió.

Las transformaciones del cuerpo para ajustarlo a los cánones de belleza, insistió en ese sentido, "tienen que ver con la construcción de una subjetividad neoliberal, porque esto no es exclusivo de las modelos sino que es un patrón, porque si no lo cumplís te discriminan, te invisibilizan, no te toman en cuenta en el mercado laboral". Correrse de esos patrones, reconoció la investigadora, "requiere de todo un trabajo subjetivo muy fuerte porque el mercado claramente ofrece, con ellos, un supuesto mundo ideal (que habrá que ver cuanto tiene de ideal o no)". 

Además, agregó sobre los efectos secundarios que generó el tratamiento estético al que se sometió Linda Evangelista, es importante recordar que "todo lo que sea producto del mercado y tenga que responder a una lógica hegemónica se ajusta a las reglas del mercado". Los procedimientos pueden ser "de buena calidad, con profesionales que se hagan cargo de los efectos, o puede ser una basura como ocurre con cualquier otra mercancía", resaltó.

El problema, remarcó, es lo que se pone en juego en ese proceso: "lo que hay que discutir no es lo que ofrece el mercado sino que hay que discutir esos modelos hegemónicos cualquiera sean: cuerpos hegemónicos, estilos de vida hegemónicos, consumos hegemónicos. Porque tener un cuerpo hegemónico se transforma en un consumo más pero el problema es que la herramienta que ponés en juego es tu propia vida".

Algo similar ocurre con la adquisición de otros bienes altamente valuados donde "también ponés en riesgo tu vida, porque si querés el auto tal o el celular tal y no llegás, a lo mejor eso te lleva a ciertos tipos de trabajos que te pueden traer más problemas que beneficios, como el narcomenudeo o robo. Y no estoy hablando acá de sectores altamente vulnerabilizados sino también de sectores medios que pueden llegar a hacer transacciones non sanctas para acceder a beneficios del mercado".

Por eso, lo más importante es "discutir esos modelos hegemónicos, esa lógica de mercancía que puede ser consumida y rápidamente desechada", planteó Gutiérrez. Y ejemplificó, volviendo sobre las intervenciones en el cuerpo, "Si ahora se  ponen de moda las tetas grandes, todo el mundo se va a poner tetas grandes. ¿Qué pasa si dentro de un año se ponen de moda las tetas chatas?".

Los modelos hegemónicos del cuerpo, alertó la socióloga, se han expandido incluso "con discursos mucho más cuidadosos", como el discurso de la salud, que tiene su correlato en los cuerpos "fit" y la obsesión que muchas veces se ve en los gimnasios.  "Nadie podría estar en desacuerdo con el discurso de la salud. Sin embargo, hay que ver qué se quiere decir cuando se dice salud. ¿Supone que si sos gorda sos no saludable, que sos una persona descuidada, que no atendés a tu vida y a los que te rodean? La verdad que no", subrayó Gutiérrez. "Y eso no quiere decir que a lo mejor desde ciertas miradas la obesidad sea un problema de salud, pero habrá que ver en qué, cómo, de qué manera, qué significaciones tiene en ese sujeto, no en el mercado", concluyó.