Mientras la sesión de Diputados llegaba a su fin con la aprobación en general del proyecto de ley ómnibus, en la plaza del Congreso un sobredimensionado operativo de fuerzas de seguridad nacional buscaba inmovilizar a la manifestación de organizaciones sociales y políticas que rechazaban el proyecto que destruye las estructuras del Estado. Con el correr de las horas, ese operativo se dedicó a provocar a los manifestantes para justificar una represión que incluyó refriegas, gases, balas de goma y casi una docena de detenidos. Los últimos siete fueron literalmente cazados cerca de la medianoche en las tres primeras cuadras de la avenida Callao. A esos chicos los tenían esposados y sentados en la esquina de Juan Domingo Perón mientras las Policía de la Ciudad, en el marco de la colaboración represiva, los identificaba para luego trasladarlos a una dependencia policial. 

Luego de las 22 ya casi no quedaban manifestantes. Los pocos que persistían cuestionaban a los policías por los cuatro detenidos que había hasta ese momento. Pero parecía que los efectivos tenían orden de sumar detenciones porque mientras el tránsito ya circulaba por la avenida Callao, de repente reaccionaban y salían corriendo detrás de algunos jóvenes. Las detenciones eran violentas. Media docena de efectivos para maniatar a un ventiañero y otros tanto buscando impedir que los medios dieran cuenta del violento tratamiento que les prodigaban por el solo hecho de protestar. 

Cerca de la medianoche, columnas de efectivos de la Federal llegaron desde Perón hasta Callao. Otra fila de efectivos impedía que los autos doblaran hacia el oeste. Mientras estaban allí, por Callao se producían las corridas. Desde los handy de la Policía se escuchaba cómo identificaban al que debían detener. Así cayeron al menos siete que luego fueron trasladados a esa esquina de Perón y Callao. Los sentaron, los esposaron y después esperaron que la Policía de la Ciudad los identifique y se los lleve detenidos.

La caída de los jinetes 

En la plaza del Congreso se habían ubicado los militantes de distintas agrupaciones y gremios como la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA-A), el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (Sutna), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Polo Obrero, Partido Obrero, Libres del Sur, Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Izquierda Socialista, entre otros.

Desde un primer momento los efectivos de las fuerzas de seguridad buscaron mantener sobre la vereda a los que protestaban. Una larga fila de efectivos de la Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) hacia las veces de una valla humana que impedía que corten la avenida Entre Ríos. 

Las motos de la Federal se desplazaban sobre avenida Rivadavia como pavoneándose y mostrándose imponentes. De repente y de entre la gente salió un joven que corrió hacia una de las motos, saltó y se abrazó al policía que va de acompañante. Eso desestabilizó al conductor y los tres cayeron de manera pesada. El joven se puso de pie y salió corriendo festejando la caída de los violentos jinetes policiales.

Poco antes de las 20 las fuerzas de seguridad abrieron el tránsito y comenzaron a pasar los autos por Rivadavia. Media hora más tarde, los efectivos se replegaron unos metros permitiendo que un grupo de jóvenes bajara a la calzada y tras recoger de las calles aledañas cajas de cartón, maderas y hasta un colchón hicieron una fogata sobre la avenida Rivadavia que iluminaba.

De pronto apareció un camión de bomberos en contramano por Rivadavia acompañado de una larga fila de efectivos de la Prefectura que exponían sus cascos, escudos y bastones. Pero alguien dio otra orden ya que el camión se detuvo y lentamente se retiró. La fila de prefectos cubrió toda la avenida Rivadavia y avanzó hacia Montevideo donde estaba la fogata. 

Desde atrás reaparecieron las motos de la Federal. Se escuchaba cómo aceleraban sus motores. Unos segundos después sobrepasan a los prefectos y comenzaron las detonaciones. En la oscuridad repartieron palos, el spray de pimienta y balas de gomas. Cuando las tropas superaron la fogata, reapareció el camión de bomberos y rápidamente apagó las llamas. 

La Prefectura entonces tomó la esquina de Rivadavia y Montevideo. Parecía que todo se había calmado. Sin embargo, la Federal tenía otros planes. De repente cinco efectivos de la Federal se lanzan contra un joven que portaba una cámara en la esquina de Rivadavia y Callao. Se lo llevan entre seis policías como si se tratara de un feroz delincuente. Visiblemente golpeado y agotado por la golpiza tomaba aire para gritar su nombre. En el medio del bramido de las motos y los gritos decía que se llamaba Sergio Rivotta.

A metros de allí, detuvieron a otro, el periodista chileno Pablo Sabando Aburto que hace seis años reside en la Argentina. No serían los últimos. La estrategia de los efectivos policiales era clara. Avanzar, recuperar terreno, agitar a los manifestantes, irritarlos para luego retirarse. Entonces, una vez que los manifestantes volvían a bajar a la calle las fuerzas de seguridad reiniciaban su cacería.