La nueva edición de Una, el ciclo de unipersonales protagonizados por mujeres, inicia en el Centro Cultural Parque de España con obras provenientes de Córdoba, CABA, Gualeguay, Bahía Blanca, Lucio V. López y Rosario. La primera de ellas es Pieles, relatos de un territorio, con dirección de Severo Callaci y protagónico de Natalia Benedetto; y tendrá lugar hoy a las 20.30 en el Túnel 4 del CCPE (Sarmiento y el río).

Danza, poesía, música y fotografía, se integran de manera poética y política, enhebrando en el cuerpo de la actriz y bailarina la puesta en escena. Del amor por la naturaleza y el cuidado por el medio ambiente, a la realidad criminal de las quemas y el descuido de los territorios naturales. La idea original y los textos pertenecen también a Natalia Benedetto, acompañada por la tarea fotográfica de Matías Sarlo y la música original de Martín Reinoso; con producción y técnica de Evange Jakas. Un diálogo de varios lenguajes que tuvo en la dirección de Severo Callaci una función organizadora e integral.

“Con Nati nos conocemos desde hace 20 años, compartimos la misma generación y nos formamos en la ciudad también en la misma época. Si bien ella viene más del palo de la danza y lo corporal y yo del teatro, son lenguajes hermanos. Nos venimos caminando desde aquella época, cada uno con su poética y a través del folklore, que fue lo que nos reunió y encontró. Nos gusta mucho y compartimos esa cultura. Fue así que empezamos a vernos un poco más y a compartir algunas movidas y talleres que yo dictaba con sus grupos de danzas. Luego nos encontramos a partir de una convocatoria suya, para realizar Pieles; cuando yo tenía una iniciativa, y quería comenzar a armar un trabajo y darle forma a algunas cosas que venía recolectando hace unos años”, señala Severo Callaci a Rosario/12.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo? ¿Ya estaba dado este cruce de lenguajes o surgió a partir de lo que fueron conversando?

-El trabajo lo fuimos haciendo, primero, desde el deseo de Natalia, de querer trabajar con diferentes lenguajes y diferentes artistas y amigos, como Matías Sarlo en la fotografía y Martín Reinoso en la música. Fue un encuentro de los cuatro, a través de Natalia, que ofició de vértice. Laburamos de una manera muy natural y artesanal. Ella me mostró todo lo que tenía y comenzamos a generar más material, con imágenes que surgían de los textos y de los movimientos corporales. Empezamos a hacer venir a Matías y a Martín, para que el proceso se fuera haciendo en parte juntos, para luego, cada uno, continuar en su laboratorio.

-Hay una mirada poética así como crítica sobre el problema socioambiental; ¿cómo incidió tu tarea en la obra?

-Creo que ella pudo estar con su baile a la altura de sus palabras y emociones, en relación a una temática que es la de este desastre socio ambiental que estamos viviendo desde hace muchos años. Ésta es una forma de compartirlo, a través de nuestra poética. Ella es una gran bailarina y pudo abrirse y estar a la altura de toda ese enorme canal de expresión. Pudo tomarse el tiempo para meterse adentro de su danza y movimiento, tanto interno como externo. Las cosas fueron directas y muy sencillas, porque estaban elaboradas y todo ya estaba jugado ahí. Y creo que también era la primera vez que Natalia hacía un solo, por eso, creo que necesitó más de mí, para dirigir todo, combinar los elementos, y hacerlos dialogar con ella. Ella baila sobre las fotografías, a través de las sombras, hay muchos recursos en juego, lo mismo con la música. Es una experiencia también muy audiovisual como musical, pero en su justo equilibrio.

-Supongo que, por sus características, ciertos rasgos pueden resultar un tanto abstractos o abiertos a una comprensión más amplia. ¿Puede ser?

-No es abstracto, es mucho más directo. A veces, a la danza se la piensa así, pero en este tipo de experiencias, y luego de haber laburado en estos años, todo se puede mezclar y es mejor, porque a veces las cosas se pueden decir sin necesidad de tantas palabras. Un cuerpo vibrando, frente a una imagen y con música, puede ser más directo y sencillo al corazón. Eso fue lo lindo, llegar al poema con esos recursos; en ese sentido, fue una experiencia maravillosa.

Como corolario al trabajo suscitado por Pieles en su ensamble de lenguajes variados, Callaci agrega que “mezclar todo fue de las cosas que más disfruté, porque son como cuadros poéticos. Logramos un equilibrio tan lindo en el diálogo con esa imagen y Natalia, cuando ella se despliega hacia adelante, mueve todas las fichas y va armando las imágenes. Son como imágenes danzadas, que se relacionan con todo. Y la música es maravillosa, porque cada giro es un movimiento; se trabajó así para que calce justo. Cada ribete del violín, del charango o de la quena, están ahí para jugar con cada movimiento. Es hermoso, es una experiencia poética, potente, escueta y directa”.

El ciclo Una continuará el sábado 11 de mayo con la función de Mi nombre es Eva Duarte (Córdoba), con Eva Bianco y Cokó Albarracín, y dirección de Belén Pistone. Sábado 15 de junio: Lorena (Buenos Aires), con Payuca y dirección de Felicitas Kamien. Sábado 13 de julio: Homo fémina (Rosario), con Magali Baratini y dirección Marlen Puello. Sábado 10 de agosto: Soy Sonia (Bahía Blanca y Gualeguay), con Virginia Pezzutti y dirección de Gastón Díaz.