El presidente Alberto Fernández asumió la presidencia pro témpore del Mercosur con la propuesta de generar un bloque "distinto" que promueva la "inclusión social", marcando claramente diferencias con las ideas principalmente libremercadistas que habían sido la constante de los últimos años de preeminencia de los gobiernos de derecha. Con todo, Fernández no se mostró contrario a la firma de acuerdos de libre comercio como el que sigue pendiente de aprobación con la Unión Europea, pero planteó que se debían preservar las economías locales. "Esto no puede implicar una apertura frívola y principista, de la misma forma que tampoco podemos pensar en cerrarnos al mundo de una manera anacrónica", buscó equilibrar en el encuentro virtual con sus colegas del bloque. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se mostró conciliador. "Vamos a ser pragmáticos para superar nuestras diferencias", avisó. 

“El Mercosur es el proyecto político regional más importante para nuestro país y es una política de Estado, y sentimos que es una vocación de nuestros pueblos”, afirmó Fernández, luego de recibir el mandato pro témpore para los próximos seis meses de parte del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou. Su prédica habitual, que incluyó referencias al papa Francisco, probablemente sonara rara a los otros mandatarios. "No hay integración regional exitosa con una integración social fracasada, ni economía robusta con economías internas desnutridas. Es hora de superar la globalización de la indiferencia y construir la universalización de la solidaridad", agregó Fernández, quien se conectó desde Olivos acompañado por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el canciller Felipe Solá y el embajador en Uruguay, Alberto Iribarne. 

Fernández había asfaltado el terreno en las semanas previas para que la reunión fuera apacible. El mes pasado realizó un viaje sorpresivo a Colonia para compartir un asado con Lacalle Pou, un encuentro que tenía pendiente. Unos días después mantuvo la primera conversación -en este caso virtual- con Bolsonaro, con quien acumulaba un largo historial de cruces. Principalmente, es lo que interpretan en Cancillería, porque Bolsonaro utiliza las críticas a Fernández para hacer política interna en Brasil, dada la afinidad del presidente argentino con Lula y el PT. Pero, a partir de esa conversación, la relación bilateral parece ir hacia su normalización. Las diferencias, claro, persistirán, pero se debatirán en un tono razonable.  

Ayer, los temas cruzados fueron tratados elegantemente. Por ejemplo, cuando Bolsonaro planteó que "la democracia está en la esencia del Mercosur, debemos actuar de forma proactiva en favor de las libertades en nuestra región", claramente en un reclamo para que el bloque condenara a Venezuela. "Coincido en que hay que profundizar lazos y terminar con barreras, como dijo el presidente Bolsonaro. También en defender la democracia, por eso celebro el retorno a la democracia de Bolivia", retrucó Fernández, sin hablar de Venezuela sino de Bolivia. Allí, siguiendo los dictados de Washington y la OEA, Bolsonaro avaló el golpe a Evo Morales y luego fue de los primeros en reconocer al gobierno de facto de Jeanine Añez. 

Fue la primera cumbre regional de la que participó el nuevo presidente boliviano, Luis Arce, en su calidad de Estado asociado. Fernández reclamó la incorporación de Bolivia como Estado miembro, lo que internamente le permitiría equilibrar un poco los tantos. "Será un veradero hito en el camino de la integración que debemos seguir profundizando", afirmó el presidente argentino. Justamente, es el Parlamento de Brasil quien mantiene detenida esa incorporación. En Gobierno comentaban que los términos sobre la región habían sido más crudos el día anterior, cuando hablaron los cancilleres. El de Brasil, Ernesto Araujo, es un cruzado y habló de "plataforma para el crimen organizado" para referirse al gobierno de Nicolás Maduro.

El próximo 26 de abril, es decir durante el mandato pro témpore de Fernández, se cumplirán los 30 años del Mercosur, que llegan en un momento de impasse. La idea de la Cancillería es salir de esa situación con una reunión presencial para esa fecha, donde cada gobierno vaya con una propuesta sincera de hacia dónde piensa que debe dirigirse el bloque y, a partir de ahí, iniciar una discusión donde se llegue a algún punto de acuerdo. El canciller uruguayo, Francisco Bustillo, amigo personal de Fernández, enseguida se mostró de acuerdo con la propuesta. Deberán buscar los ejes en común. 

"El Mercosur exporta al mundo más de 120 mil millones de dólares en alimentos", recordó Fernández, el punto fuerte del bloque. Antes del cierre recordó al recientemente fallecido ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez. "Me hago cargo del Mercosur en un momento difícil, pero con mucho entusiasmo porque veo que todos estamos en una misma sintonía", concluyó.