Adentro de esta tapa hay muchas otras, por eso la ley 27.610 de Interrupción voluntaria del embarazo es un triunfo enorme del movimiento feminista, y sobre todo de miles de pibas con el pañuelo verde como símbolo de identidad. Antes de ese diciembre de 2020, año en que la pandemia apretó la vara de la normalidad a niveles impensados y nos vimos en las calles con barbijos, decenas de otras tapas de este diario y de Las/12, reflejaron la frustración, las postergaciones, los proyectos truncos, las mujeres muertas por abortos clandestinos o no hechos a tiempo, las niñas madres que no pudieron acceder a una interrupción segura. Adentro de esa tapa se despliegan horas de Encuentros Nacionales de Mujeres, allí donde nació la necesidad de una Campaña por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito en 2003.

El aborto ya venía formando parte de la agenda feminista de la democracia (quién puede olvidar a María Elena Oddone con la pancarta “No a la maternidad, sí al placer”) pero llevó casi tres décadas que sea ley. Y ese camino, por más derechas al poder que intenten revocarlo, es irreversible.